La Secretaria de la Mujer de Unidad Popular, Nina Brugo, reflexiona en este artículo sobre la necesidad de sancional la Ley de Paridad de Cupo entre géneros.
A partir de la lucha de las mujeres, que efectivizaron tanto en Encuentros Feministas Latinoamericanos y Nacionales con la conformación de redes de mujeres políticas, se consiguió que el Congreso Nacional sancionará para la Cámara de Diputados de la Nación la Ley 24.012 de 1991, que establece una proporción obligatoria de un 30% de mujeres como mínimo en las listas electivas de los partidos políticos. Recién 10 años después en el año 2001 el Senado de la Nación al conseguirse que su composición sea electa por el voto directo de la ciudadanía y no por las corporaciones políticas provinciales, se le aplicó la misma Ley.
Aunque los requerimientos de la producción y la lucha de las mujeres han instalado socialmente el tema de su discriminación, los aparatos partidarios siguen siendo reacios a una representación más igualitaria en los lugares de decisión.
Esta ley encuentra su fundamento teórico en las denominadas acciones positivas o de discriminación positiva –que fue incorporada en la Reforma Constitucional de 1994- surgía de las luchas por los derechos civiles en Estados Unidos. Constituyen una herramienta básica de la desconstrucción del paradigma del principio de igualdad ante la ley, donde subyace el concepto androcéntrico del varón como » modelo» del ser humano.
Pero en los casi 25 años de sancionada la Ley referida; el cupo se convirtió en un techo y no en un mínimo, como postulan la ley y la Constitución.
Dentro de los partidos las mujeres en general carecen de autonomía, dado que su acceso y ascenso a los cargos dependen, salvo algunas excepciones, de las negociaciones con los varones quienes eligen a las “incondicionales” y desconfían de las demás. Porque no olvidemos que cuando se planteó la cuestión de la representación por cupos, se pensaba que una masa crítica de mujeres en el Parlamento podría ser el comienzo de una articulación de particularismos y de subversión del orden patriarcal, autoritario y que alentara e introdujera reales cambios sociales al orden político y socio-económico establecido.
Si bien hasta ahora en la práctica legislativa de leyes y la deficientes implementación de las mismas, son escasos los cambios logrados; no obstante, consideramos que es necesario que apoyemos la representación paritaria, esto es, del 50%, lo que incrementaría el poder y autonomía de las mujeres, socavado por la producción y reproducción de formas no igualitarias sino oligárquicas dentro de la mayoría de los partidos políticos. Porque es con la esperanza, que gran parte de las mujeres –acompañadas por varones que comparten sus visiones- no repitan especularmente las prácticas patriarcales que tienen insertas, como la gran parte del conjunto de la sociedad. Pero sabemos que ello dependerá en gran medida de la presión del movimiento social de mujeres. Por eso apoyamos una representación paritaria entre los géneros, además de igualitaria del conjunto social, es más democrática, lo que ayudará a transformar cualitativamente la práctica política y social de nuestra sociedad.
Nina Brugo
Secretaria Nacional de la Mujer de Unidad Popular