“En el truco, al saber le dicen suerte. En la política, a la crueldad, la llaman tragedia”. “Hay que tener la capacidad de reconocer en el militante una sabiduría que se construye desde la acción colectiva”, meditó el legislador Fabio Basteiro y lo exteriorizó ayer, durante la presentación del libro «El crimen de la Paz», de Alfredo Grande. El último es psiquiatra, por lo tanto, médico, psicoanalista, periodista, actor y director de teatro, pero otro título lo define horizontalmente: militante. Grande demostró, hace años, una profunda y notable percepción de universo político. Un leitmotiv acompaña el enfoque del escritor; como él relató que alguna vez alguien le dijo en la isla de Fidel: “siempre estoy en contra del Gobierno”. El evento tuvo lugar en la Legislatura porteña, estuvo coordinado por Matilde Ruderman y tuvo la participación de Laura Tafettani – Fundación, editorial y medio Pelota de Trapo – y la investigadora en psicología Graciela Zaldúa.
Una brillante grandilocuencia y capacidad analítica hacen del autor de < Odio, luego existo >, que se suma a un estilo que coquetea tangencialmente con el humor covalente a metáforas de futbol, truco y tango. – Adjunto pruebas con el capítulo titulado “Un pensamiento que no puedo parar” -. Al legislador porteño Basteiro, este carácter lo moviliza. En su intervención, vinculó el trabajo de Grande con el libro < Poemas y canciones > de Bertolt Bretch. Movimiento ambicioso, pero que resultó acertado y justo – admitido por el homenajeado -. Párrafos de < Muletas > y de < Loa a la duda >, entre algún otro, leyó el candidato de Camino Popular. “Podría ser cualquier autor o cualquier persona; podrían ser los que no tienen voz, que tantas veces oímos y no escuchamos”, manifestó Basteiro.
No todo fueron alabanzas carismaticas; < El crimen de la Paz > no lo es. El poder de este trabajo radica, justamente, en avance sobre la realidad. Se desprende de sus páginas la hipocresía del falso apoderamiento de derechos y las contradicciones de los gobiernos. En este sentido el legislador declaró que el voto en sí mismo – haciendo alusión al derecho a sufragio a jóvenes de 17 años -, en una institución que no va a cambiar, no es progresista; “la sociedad se relaciona con los chicos mediante el código penal y no a través del instrumento de derecho”. Basteiro volvió sobre una canción popular uruguaya de La Mojigata, “los que piden un triciclo para navidad son los chicos, los que hacen malabares por una moneda son menores”.
La mirada introspectiva de una sociedad. Alfredo Grande, trajo una anécdota que en este sentido muestra su posición: “cuando el ingeniero sin ingenio – Mauricio Macri – mandó la Metropolitana al Borda, alguien dijo < que suerte que pasó esto, ahora estamos todos juntos acá >; esta declaración me indignó, justamente, porque no estuvimos todos acá, es que pasó esto”.
Otro concepto se filtra, uno que llama a Alfredo Grande a la reflexión. Esta presente en todos lados, en la familia, la religión, inmersa en la sociedad en su conjunto y claro, en la política. Puede disfrasfrasarse de progresismo o moral reaccionaria, pero deviene en lo que el autor llama “cultura de la anestesia”. De este modo, dijo, “los únicos de los que nos acordamos, es de quienes se enfrentaron y fueron en contra esta cultura represora, de nadie más”. Punto.
Dicotomías: Anestesia – despertar; opresión – resistencia; dominación – autogestión. De esta última, saltamos a autonomía. Sobre ella Fabio Basteiro dijo: “Es la capacidad que tenemos los sectores populares de organizar nuestra propia fuerza y no, escribir en los márgenes de los libros de historia verdades de carácter auto referencial, ni quedarse al costado de las avenidas, viendo como el pueblo define por dónde transita”.
La frutilla se la llevó Grande: “El capitalismo nos ha enamorado y hasta no odiarlo, no podremos amar al socialismo”.