Ante la 45° elección de la reina Nacional del Mar #NiUnaMenos Mar del Plata rechaza la elección de la Reina del mar y Unidad Popular adhiere a este rechazo.
En medio de una profunda crisis política y económica, el gobierno municipal anunció la realización de la 45° edición de la fiesta nacional del mar con bombos y platillos, y con un presupuesto millonario. Mientras, siguen sin asignar recursos a la emergencia en violencia de género y se multiplican los femicidios.
La fiesta nacional del mar, no homenajea a residentes destacados, no habla de los crecimientos de la ciudad, ni propone un encuentro donde vecinas y vecinos sean protagonistas. Es un concurso de belleza. Resguardándose el discurso de la “tradición”, año a año el municipio reproduce un evento misógino y sexista: donde como representante de la ciudad se inscribe a mujeres adolescentes con cuerpos que responden a estándares de belleza hegemónicos. El hecho es grave. No sólo es fortalecer estereotipos de belleza que son tóxicos y que promueven la bulimia, anorexia y depresión en mujeres jóvenes; es la reproducción de la mujer como mercancía, en medio de una pandemia de violencia de género y femicidios. ¿Qué mensaje envía a la sociedad un concurso de belleza? ¿Qué dice que el organizador de ese concurso sea el Estado? Además, preocupa imaginar cuánto influye en el crecimiento de la violencia, el hecho de que el Estado desfinancie las políticas públicas que deberían realizar aportes para prevenir y proteger de la violencia machista, y en su lugar impulse estos concursos.
A Lucía Pérez Montero la mataron de la manera más salvaje y el país llenó las calles con indignación. Como a ella, uno o varios femicidas le arrancan la vida a una mujer cada 30 hs. La respuesta del gobierno municipal es burlarse: prometer ayuda que no llega, no implementar la ordenanza votada por unanimidad para atender la situación, violentar a la madre de la víctima y enviar al hombre que la violentó a posar para la foto haciendo un “sténcil” con la consigna #VivasNosQueremos en la vereda del palacio municipal.
Hay una cultura de la violación que va desde el acoso callejero, pasa por la violencia mediática y anida en la subjetividad colectiva. Los medios aprendieron a decir “femicidio” donde decían “crimen pasional”, pero continúan trazando justificativos para la violencia, y responsabilizando a las víctimas por sus padecimientos, y/o revictimizándolas. Los cuerpos de las mujeres son vistos como un territorio a dominar, como un objeto a poseer, como mercancía a comercializar. Sobre ese cuerpo, el macho violento, se arroga el derecho de hacer y deshacer a voluntad.
Los requisitos para poder representar a Mar del Plata como reina del mar, son explícitos e implícitos. Entre los explícitos, aparecen:
- Ser solteras
- Tener entre 18 y 25 años de edad cumplidos al 31 de diciembre de 2016.
- Tener título secundario completo al momento de la inscripción o constancia de tenerlo en trámite.
- No encontrarse embarazada ni tener hijos propios y/o a cargo.
Esto construye un criterio discriminatorio, infringiendo la Ley Nacional 26.485 de Protección integral de las Mujeres, ley de de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales. Dicho concurso también vulnera tratados internacionales con jerarquía constitucional como la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer – «Convención de Belem do Pará» y el protocolo de CEDAW; entendiendo que el certamen genera violencia simbólica, y al generar “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.
La difusión del evento y sus repercusiones, promueven situaciones de violencia mediática claramente descriptas en la Ley 26.485, al generar publicaciones con “imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”.
No nos oponemos a la elección de una/un representante cultural de la ciudad, sino al criterio misógino y sexista con que se realizó hasta el momento.