El resultado del canje exhibe el notable fracaso al que ha arribado el Ministerio de Economía y el Gobierno nacional.
Según las condiciones establecidas en su propio prospecto, corresponde darlo como un fracaso.
El 66% de aceptación informado, (que no sabemos aún si es neto de los recanjes), no solo está lejos del 85% de aceptación, que en un momento de éxtasis fuera mencionado por el Ministro y sus acólitos, sino que tampoco ha obtenido alguna de las ventajas que se dijera que se iban a obtener. Pese a que se han reconocido u$a 12.000 millones de nuevo endeudamiento, en condiciones extremadamente generosas para los acreedores, no se ha logrado nada a cambio. Ni hemos salido del default, ya que los juicios se mantienen sobre la Argentina, ni se han obtenido fondos frescos a tasa de un dígito, tal cual se pretendía (se buscaba obtener u$a 1.000 millones). Si a lo expuesto se agregan los señalamientos sobre el tráfico de influencia asociados a la consultora Arcadia, que han sido presentados tanto por la vía parlamentaria como por la judicial, debe quedar claro que considerando el prospecto de canje, se cumplen las razones que el propio estado argentino estableciera como requisito para darlo por muerto. Las razones que dicho prospecto señala son:
– finalizar los litigios asociados al default
– obtención de fondos frescos a tasas razonables
– existencia de acciones legales en curso, que plantearan la suspensión del canje de bonos.
Corresponde, por lo tanto, dar por muerto el canje y no reconocer los bonos presentados ya que no se obtuvo ningún logro.
Las razones del fracaso son tres:
A – La torpeza reflejada en la gestión del proceso, que implicó una fuerte crisis política desde el Fondo del Bicentenario en adelante.
B – Las fundadas sospechas de tráfico de influencia
C – Una coyuntura mundial que desde el comienzo de esta operatoria indicaba que lo que se estaba haciendo era lo menos aconsejable.