“Yo soy María, la de allá al fondo” dice María, precisamente, mientras se acerca a la reunión convocada por Sergio, del Comedor Las Palomitas en el Barrio de Los Hornos, en las afueras de la ciudad de La Plata.
Calles de tierra y sol intenso respirando en la tarde del domingo. Tortas fritas que cocinaron los anfitriones y un mate lavado “¿dulce o amargo?” preguntan, mientras gira la rueda. Poco importa parece que a esa misma hora esté jugando Estudiantes para estas mujeres, paraguayas, santiagueñas, correntinas, que llegaron hace más de 14 años algunas a buscar un “cachito de tierra que quiera ser torturada” como canta La Chicana. Los pibitos corren, juegan, las remeras de Ben 10, esta especie de superhéroe de estos tiempos, se multiplican de diferentes colores entre las manos y las caras llenas de tierra.
La reunión fue propuesta desde hace semanas a partir de la iniciativa de Sergio, compañero de Eleanora. Juntos hacen roscas y bolas de fraile, y se levantan a las 3 de la mañana cada día para garantizar “que la masa leve”, invierten tres horas para freír y alrededor de las tres de la tarde, cuando los hijos vuelven de la escuela, salen a vender en la bicicleta. Eso si no llueve, porque si llueve, la bicicleta es apenas un medio que permite apoyar la gigante canasta, porque si llueve por la zona, “olvidate de subirte a la bicicleta”, dicen. Y alcanza con mirar los zanjones que se suceden desde el medio de la calle, mientras siguen esperando, insistiendo y exigiendo que la Municipalidad de La Plata se haga cargo de resolver el tema.
Son alrededor de 30, hombres y mujeres. Algunos se acercaron para espiar, escuchar, otros para decir, contar. De todos ellos y ellas, sólo 3 tienen trabajo estable, en blanco. El resto, hace changas, son albañiles, pintores, “lo que salga”. Se conocieron porque viven a la vuelta, o llegaron al barrio hace poco, y ya tuvieron que salir a bancarse porque las órdenes de desalojo no se hicieron esperar. Y para que no los agarre también a ellos desprevenidos, Verónica y Víctor, que también están ocupando terrenos y se han construido sus casillas de madera, comenzaron a organizarse, a reconocerse entre los que patean el cotidiano de estas tierras tan cercanas al Centro de la Capital de la provincia de Buenos Aires, y tan lejanas para la obra pública.
La electricidad es un deseo. En estos años, es todavía un deseo. La empresa distribuidora de energía de La Plata les niega la instalación eléctrica a los domicilios porque no tienen papeles que justifiquen que esos terrenos les corresponden. Hace más de 10 años que muchos viven en sus casas, y hace meses que otros están pagando las cuotas de sus créditos para “sentirse dueños” de la tierra que habitan. Igual no sirve, ni alcanza. Y encima se acerca el invierno, y los calefones y las estufas, tan necesarias, se convierten en objetos peligrosos entre las conexiones precarias. “Nosotros queremos pagar la luz, queremos que nos legalicen. Queremos saber cómo se compran nuestros terrenos, a quién hay que ir a ver”. Pero nada. O sí, mucho, bastante en realidad, se están organizando, se están reconociendo.
Hasta allí llegó Víctor De Gennaro y la Junta Promotora de la Ciudad de La Plata, la Octava Sección Electoral para acercar las razones de este instrumento electoral y la importancia de estas experiencias organizadas en su conformación. Cercanos en necesidades y luchas, nadie le escapa a armar la Copa de Leche, con el dinero que juntan ellos mismos de su trabajo, cada sábado a las 10 de la mañana más de 70 pibes y pibas van al comedor y las roscas y las bolas de fraile envueltas en azúcar calman el ruido de la panza.
Experiencias cotidianas de organización y construcción que son parte activa de la construcción de la Unidad Popular, estrategia integral para finalmente, gobernarnos nosotros mismos.
Audios:
Entrevista a Verónica de Los Hornos
Entrevista a Eleanor de Los Hornos