El porcentaje no fue para volverse locos: 16,81%. Pero resultó bastante más que lo que juntaron las otras ofertas opositoras. La cifra absoluta infunde un poco más de respeto: 3.684.970 votos, según datos del escrutinio definitivo. Las circunstancias de entonces, elección presidencial de octubre, dibujan mejor el contexto: la fragmentación de los adversarios de Cristina, además de patética en sí misma y funcional a la Presidenta victoriosa, hizo que muchos votantes terminaran en boletas inesperadas, por oponerse nomás. Pero los números están allí, imperturbables.
Desde esa base el Frente Amplio Progesista, la fuerza de centroizquierda que llevó a Hermes Binner como candidato, se propone ir por más. Están afirmando su perfil opositor y son pretenciosos: en 2013 quieren llegar a los cinco millones de votos.
Corren con una ventaja: en el corto plazo no piensan transformarse en opción de poder y nadie espera de ellos que lo sean. Eso les descomprime la vida, al menos por ahora. Ya tendrán tiempo de mostrar sus verdaderas ambiciones: si asentarse como una fuerza testimonial de oposición, al estilo radical para decirlo de un modo simple, o si los desvela el poder y lo bueno –y lo malo– que puede hacerse una vez que se lo alcanza, al estilo peronista para decirlo, otra vez, de manera que se entienda.
El intento de echar raíces para que el viento de la coyuntura no los lleve, y para seguir creciendo hasta consolidar un espacio propio, se está alimentando con el trabajo hormiga de sus principales dirigentes.
Lo que buscan es una construcción desde la base social que ninguna otra fuerza relevante intenta en este tiempo, donde todo se resume en hacer palanca con los abundantes recursos del Estado si se es oficialismo, o en rogar que la figura mediática mantenga su carisma y no se pinche antes de tiempo, si se es oposición.
Semejante excentricidad, tan a contraviento de la época, entusiasma al equilibrado socialista Binner, a la jefa del GEN Margarita Stolbizer, a Víctor De Gennaro y Claudio Lozano que lideran la ascendente Unidad Popular, a Humberto Tumini y Victoria Donda, de Libres del Sur. Todos ellos recorren el país en giras de bajo perfil, por ciudades relumbrantes y pueblos laboriosos, para agregarle ladrillos al edificio sin lujos que levantan los dirigentes locales, saltando a veces y tropezándose en otras con los celos, las mezquindades, la cortedad de miras tan comunes en la política.
Esta semana el FAP festejó un año de vida. Nacieron casi de casualidad, cuando Binner no se entendió con los radicales –recuérdese que Ricardo Alfonsín trabó alianza con Francisco De Narváez– y Pino Solanas se enemistó mal con Lozano y De Gennaro en la elección porteña. El primer aniversario se celebró el jueves último con una reunión de entrecasa, una torta simbólica y la austeridad, que algunos confunden con tristeza, que comparten como principio los que integran este espacio.
El paso concreto más firme que dieron, en busca del salto de crecimiento en 2013, es el nuevo acercamiento con Pino Solanas, restañando las heridas del pasado. La boleta de Binner hizo casi el 28% en la Capital, superando el medio millón de votos. Unidos de nuevo con Pino apuntan a llegar todavía más arriba, en un comicio donde los porteños elegirán senadores y diputados. Pero la prueba decisiva deberán darla, como siempre, en la provincia de Buenos Aires Solamente el tiempo responderá a sus interrogantes. Si podrán o no afianzar el crecimiento, si podrán o no hacer escuchar su voz en una elección en la que se jugarán la futura sucesión presidencial y sus protagonistas, si podrán mantener una postura autónoma de las tentaciones discursivas que cada tanto les ofrece el cristinismo y del oportunismo de pura oposición que también los tironea.
Por ahora, su desafío mayor es llegar a cumplir dos años y que ese día los encuentre más robustos de lo que están hoy.
Fuente: Julio Blanck, diario Clarín