La desocupación en las mujeres es un 24% más alta que en los hombres; la subocupación es un 27% más alta que en los varones; en las mujeres más jóvenes entre 18 y 24 años el desempleo abarca a casi al 28% de ellas y del total de los puestos de trabajo que en los dos años de Macri (2016-2018) obtuvieron las mujeres, el 58% corresponde a autoempleo de subsistencia y el 42% se explica por trabajadoras contratadas informalmente y por tanto privadas del acceso a derechos sociales y laborales.
El carácter sexista (machista) con que se organizan las tareas domésticas y de cuidado, da origen a la doble o triple jornada femenina, y a una sobreexplotación de la mujer que se produce participando incluso de menos horas en el mercado de empleo.”
Para Ana Rameri y Claudio Lozano, “el 8 de marzo es el día internacional de las Mujeres trabajadoras. Se conmemora uno de los días más trágicos en la lucha por la emancipación. Ese día, en 1909, en la fábrica textil Cotton de Nueva York, 119 trabajadoras murieron asesinadas por su patrón que prendió fuego el edificio donde se habían encerrado para solicitar mejores condiciones laborales.
Es por lo tanto un buen momento para revisar la situación que en términos laborales vive hoy las mujeres en nuestro país. En el marco de la lucha contra el femicidio, por la interrupción voluntaria del embarazo y el derecho a decidir, es esencial denunciar también las condiciones de sobre explotación, vulnerabilidad y subordinación que las mujeres viven en términos laborales. Sin miedo a equivocarnos el trabajo que aquí presentamos expone que la vulnerabilidad y la precarización laboral en la Argentina tiene cara de mujer.
Puede observarse en este material que la desocupación en las mujeres es un 24% más alta que en los hombres; que la subocupación es un 27% más alta que en los varones; que en las mujeres más jóvenes entre 18 y 24 años el desempleo abarca a casi al 28% de ellas y que del total de los puestos de trabajo que en los dos años de Macri (2016-2018) obtuvieron las mujeres, el 58% corresponde a autoempleo de subsistencia y el 42% se explica por trabajadoras contratadas informalmente y por tanto privadas del acceso a derechos sociales y laborales. Como si esto fuese poco, en el mismo período (2016-2018) mientras se destruían 42.536 puestos de trabajo registrados, las mujeres perdían 62.040 puestos laborales, al tiempo que se acrecentaba el empleo masculino. En concreto, en el marco de una economía donde 8,6 millones de trabajadores se encuentran en condiciones de precariedad, cuatro millones son mujeres.
A lo expuesto debe agregarse que a esta mayor precarización relativa que viven las mujeres se le suma la brecha de ingresos. Las mujeres ocupadas en promedio ganan un 25,5% menos que los hombres. Hecho este que ocurre en un contexto donde las mujeres revelan una calificación promedio superior a los varones. Buena parte de la explicación radica en el hecho de que las mujeres se ocupan dominantemente en sectores que, por definición están fuertemente precarizados y con ingresos inferiores (Ej: servicio doméstico) y fruto también de una menor disponibilidad horaria de la mujer para participar del mercado laboral en razón de la necesidad de conciliar el trabajo productivo con el reproductivo.
El carácter sexista (machista) con que se organizan las tareas domésticas y de cuidado, da origen a la doble o triple jornada femenina, y a una sobreexplotación de la mujer que se produce participando incluso de menos horas en el mercado de empleo. Desde los artículos de la ley de contrato de trabajo que establecen la licencia para cuidar a un hijo enfermo solo a cargo de la madre, o que fijan solo dos días de licencia por paternidad; hasta la falta de infraestructura pública en materia de guarderías, jardines de infantes y escuelas de doble jornada, todo dificulta, en el marco de una cultura patriarcal, la participación de la mujer en el mercado laboral en condiciones de igualdad.”
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