Por Claudio Lozano – Diputado Nacional
Al motor de crecimiento de los últimos años, basado en la sojización, los hidrocarburos y la megaminería a cielo abierto que permitieron sostener una armaduría industrial que demanda no menos de US$ 30.000 millones anuales para funcionar, se le agrega como novedad en el horizonte de los próximos años un nuevo motor: El de la explotación de los hidrocarburos no convencionales.
Sin embargo este perfil productivo es insuficiente para garantizar elevados volúmenes de empleo con ingresos suficientes para reproducir adecuadamente la fuerza laboral (como lo da cuenta el hecho de que un tercio de la población se encuentra por debajo de los umbrales de pobreza).
De este modo, los motores del crecimiento económico sustentado solo en la extracción de los recursos naturales resultan incompatibles con una sociedad que pretenda mejorar significativamente los niveles de vida de su población y que al mismo tiempo esté en capacidad de superar el estrangulamiento externo histórico que agobia al funcionamiento de nuestra economía.
De lo que se trata entonces es de reflexionar como sociedad de qué modo modificamos estos motores para darnos la posibilidad de convivir en una sociedad más igualitaria y que ella pueda sostenerse en el tiempo sin tropezar periódicamente con la restricción externa.
Con este objetivo, urge replantear el rumbo productivo existente y ubicar como motor principal del crecimiento en los próximos años a las condiciones de vida de nuestra población, situando al extractivismo de los recursos naturales como puente de transición hacia una reconversión productiva que compatibilice una fuerza laboral con creciente calificación.
Esto en el marco de un tejido productivo que recupere la diversidad agropecuaria, avance hacia la fábrica biológica, extreme la agregación de valor en las cadenas existentes, reabra nuevos sectores hoy abandonados (caso de la industria ferroviaria, naval, etc.) promoviendo la incorporación del cambio tecnológico y que permita minimizar la demanda de divisas por vía de una profunda sustitución de importaciones.
La Argentina necesita un acuerdo social que termine con la pobreza y relance un proceso de inversión, incorporación de progreso técnico y cambio productivo.
Fuente: Agencia Acta