24 de septiembre de 2009
NOTICIAS URBANAS
Detractor del kirchnerismo y del macrismo, el secretario general de la CTA Capital adelanta a NU cómo será la experiencia política que llevará al espacio de Pino Solanas a ser la segunda fuerza en la Legislatura.
Por Laura Di Marco
Ser de izquierda no quiere decir ser bueno. Ojo, que hay cada hijo de puta que se dice de izquierda que…”, lanza el legislador electo por Proyecto Sur, Fabio Basteiro (46), y aunque no completa la frase, que se entiende igual, se ríe a carcajadas de su propio chiste, mientras dibuja su propia versión del nuevo mapa político porteño. Una configuración surgida de las urnas del 28 de junio, que entrará en vigencia a fin de año. Será cuando Proyecto Sur se transforme en la segunda fuerza política de la Legislatura.
A pocos meses de ocupar su flamante banca, hoy sus oficinas están en la CTA porque de allí viene su militancia: actualmente es el secretario general de esa central obrera nunca reconocida por el Gobierno. Basteiro se queja de que Mauricio Macri tampoco los recibe, “a pesar de que discursivamente apuesta al diálogo y quiere que los trabajadores elijan libremente”.
Por el mismo sendero que su papá y su hermano mayor, Ariel –actualmente enrolado, desde el socialismo, en el proyecto K–, hizo su carrera gremial en Aerolíneas Argentinas. La aeronáutica fue su escuela de delegado gremial. “Claro que, en el sindicalismo, cuando se dice que heredaste a tu papá enseguida se te asocia con los gordos. Este no es mi caso, aclaro. Nosotros, con Ariel, nos criamos en un barrio de aeronáuticos y retomamos esa tradición de las familias trabajadoras en donde el hijo del padre ferroviario entraba a la empresa en la que el viejo había trabajado toda la vida. Yo empecé en cargas aéreas y fui delegado a los 29 años.”
Fabio Basteiro asegura que en la flamante Legislatura impulsará voces nuevas, hasta ahora no suficientemente escuchadas. Y que Proyecto Sur logró hacerse un lugar y crecer por dos motivos: el espacio que dejó vacante la caída libre de Aníbal Ibarra tras su destitución y la dinámica propia de las fuerzas de cambio.
–No es cierto, entonces, que la Ciudad se haya corrido a la derecha desde que votó a Macri, dice usted…
–No, me parece que es mucho más complejo que eso. No es tan simple el análisis de que porque se gana o se pierde una elección, la Ciudad se volvió progresista o de derecha, según sea el resultado.
–Digamos que el hecho de que la estrella política de Ibarra se haya apagado también les abrió un espacio inesperado.
–Es cierto, del mismo modo que sucedió con Macri cuando la gente que lo votó lo hizo, en gran parte, por desilusión del voto progresista. Y eso creó una oportunidad. También, por supuesto, incidieron las fuerzas del cambio que existen en la Capital.
–Es curioso porque el PRO también se propone como una fuerza de cambio, y su lema es el de una nueva política. A propósito, ¿calificaría como de derecha a Gabriela Michetti o al ministro Narodowski, por ejemplo?
–No sé si a ellos personalmente, pero diría que la hegemonía en el macrismo es un proyecto de derecha. Ellos no tienen, claramente, la distribución de la riqueza como un punto prioritario en su agenda; el Banco Ciudad no está orientado a alentar fuerzas cooperativas sino que, por el contrario, se parece más bien a una mesa de dinero, como ocurría en los 90. Hay un privilegio de lo privado por sobre lo público. En el macrismo tienen una concepción sobre el espacio público, como el reforzamiento de la Policía porteña, que califica en ese espectro ideológico. En lo discursivo, el macrismo promueve el diálogo o la libertad sindical y sin embargo a la CTA nunca la tuvo en cuenta. Macri es tan autocrático como lo que critica. Además, aquí nadie se asume como tal…
–¿No cree que a alguien que se define de izquierda ya se lo da por bueno?
–¡Noooooo! ¡Si hay cada hijo de puta…! (risas).
–Me queda una duda: ¿por qué nunca fue kirchnerista?
–Porque, como trabajador, tengo un interés de clase y éste es estrictamente contrario a los intereses que nuclea este gobierno. El 92 por ciento de los jubilados de la Argentina está por debajo de la línea de pobreza, el 74 por ciento cobra la mínima; hay 14 millones de pobres y 5 millones de indigentes, y la mitad de los chicos menores de 18 años son pobres. Por eso estamos proponiendo una asignación universal para los chicos menores de 18 años. Por último, y en cuanto a lo sindical, este Gobierno prefiere acordar con el modelo de los gordos de la CGT.
–La izquierda siempre tuvo fama de sectaria, ¿qué piensa hacer para revertir esa idea, si es que pensó en algo?
–Convocar a la oposición de fuerzas democráticas para acordar una agenda con puntos en común.
–Cuyo límite sería…
–Enfrentar a Macri, obviamente.
–¿Cómo vio el operativo de la AFIP sobre Clarín?
–Observando el contexto en el que se dio, uno podría pensar que desde el propio Gobierno no quieren que salga esa ley. Porque, realmente, lo peor que podrían haber hecho para obturar el debate de una nueva ley de radiodifusión, que reemplace a la de la dictadura y por la que venimos luchando durante tantos años, es haber puesto en marcha este burdo operativo de la AFIP.
–¿Está diciendo que fue preparado por alguien, desde el oficialismo, para obturar la ley que promueve el propio oficialismo? Suena un poco rebuscado, ¿no podría ser sólo por torpeza política? Mire que el Gobierno ya cometió varias, acuérdese del conflicto del campo.
–Sí… En fin, creo que, o es una gran torpeza o una gran perversidad. Porque lo de la AFIP fue embarrar la cancha.
–¿Y cómo ve el debate por la Ley de Medios que se está dando?
–Por un lado, el Gobierno impulsa ese debate, que es central, en un momento en el que está debilitado. Debería haberlo impulsado mucho antes, cuando tenía la relación de fuerzas a su favor.
–¿Es oportunista?
–Si, pero en un sentido negativo: no ha elegido la mejor oportunidad. Quienes quieren patear para adelante la discusión de la ley, como Macri, por ejemplo, están preservando la posición de los grandes medios. Fijate que Macri dice que el tema de las obras públicas hay que discutirlo ahora, y no con la nueva Legislatura, porque sabe que la nueva composición no le será afín. Entonces, no hay que escuchar el discurso sino ver lo que hace para saber si PRO es de derecha o de izquierda.
–¿Y qué buscará impulsar usted desde su nueva banca, además de oponerse a Macri?
–Impulsar una nueva experiencia política e incluir voces nuevas: darles real participación a quienes no la han tenido. Vamos a impulsar fuertemente la descentralización y la construcción colectiva del presupuesto de la Ciudad.
«El Banco Ciudad no está orientado a alentar fuerzas cooperativas sino que, por el contrario, se parece más bien a una mesa de dinero, como ocurría en los 90»
«El 92 por ciento de los jubilados de la Argentina está por debajo de la línea de pobreza, el 74 por ciento cobra la mínima; hay 14 millones de pobres y 5 millones de indigentes».
«La hegemonía en el macrismo es un proyecto de derecha».
«(El proyecto) Convocar a la oposición de fuerzas democráticas para acordar una agenda con puntos en común».