Las tapas de los diarios se llenan de “gloria y soberanía” anunciando el arribo de militares a Malvinas en una operación llamada Rosario. Un 2 de abril de 1982 se gesta una «patriada» que sorprende al mundo entero. Las Islas luego de un siglo y medio vuelven al territorio nacional. Pero en realidad con esta gesta lo que comienza es una historia de dolor, censura y muerte en la que los arcanos golpistas lo que buscan es lavar su cara y recobrar en la sociedad nuevos aires.
A solo dos días de esta noticia mundial, el país estaba movilizado exigiendo al gobierno de Facto: Paz, pan y trabajo”. Consigna que acompañaba la de la “dictadura al carajo” al calor del “se va a acabar la dictadura militar”. La manifestación organizada por el Movimiento Obrero, sector liderado por el grupo de la CGT Brasil recibió como respuesta la represión y dispersión de ese sentimiento popular de rechazo que nutrió a miles y miles de manifestantes. Demostrando el hartazgo de un país en llamas que luego de seis años de terrorismo de Estado que generaron desapariciones, torturas y muertes. Un país que soportaba además, una crisis económica sin precedentes y miles de despidos en la que, los trabajadores fueron los más atacados y perseguidos durante esos años.
A 39 años de Malvinas, el sueño eterno de las FF AA de enquistarse definitivamente como única posibilidad de gobernar fue un final anunciado postergando la llegada inminente de la democracia recién recuperada finales del año 1983. El escudo plantado en las islas en defensa de la soberanía nacional no tapaba en la conciencia social los años oscuros instalados por el terrorismo de Estado.
Víctor De Gennaro uno de los protagonistas de la movilización organizada por la CGT recuerda en una nota escrita por Diego Lanesse en Política del Sur que “la unidad entre los manifestantes que no solo eran trabajadores, la solidaridad de la gente que nos abría las puertas de los edificios para resguardarnos de la cacería de la policía; la solidaridad y acción en cada comisaria entre los presos, o la de los abogados o de los organismos de Derechos Humanos”. Era un camino sin retorno que se sentía en el pueblo, la dictadura se desmoronaba. Malvinas fue el principio del Fin.
La dictadura más allá del escudo nacional que intentaron imponer en la Toma de Malvinas en su esencia no era más que un acto lleno de mentiras anunciando que la guerra se ganaba, lo mismo cuándo Videla negaba ante la opinión pública que había desaparecidos.
Ochos años de resistencia tuvieron que pasar para lograr una vez más la vuelta a la democracia, en la que Malvinas o el fatídico 24 de marzo de 1976 siguen interpelando a los sectores populares buscando un horizonte en el camino de una democracia que se fortalezca en esta lucha contra la pobreza, el hambre, la precariedad laboral y las desigualdades vigentes. Estos puntos son nodales en el rumbo de nuestra economía.
En Rosario la movilización no pudo ser evitada
Ese 31 de marzo de 1982, el mismo día que la dictadura advertía sobre las consecuencias de una movilización en la que “sugería” que no se realice, el Diario La Capital en primera plana difundía una noticia sobre el operativo militar en el Atlántico Sur. En la misma nota en la que los Británicos, en la voz de su canciller, sostenía ante las cámaras de los Lores “que no iban a permitir ninguna injerencia argentina en las Islas”. El país en llamas mientras las operaciones avanzaban y los medios de la época negaban el malestar social acumulado por años de prohibir las libertades públicas. Las calles céntricas de la ciudad fueron invadidas por multitudes que llegaban de diferentes puntos de la ciudad. Una rápida concentración salió de Maipú y Córdoba en su mayoría columnas de sindicatos y partidos políticos que fueron impedidos por vehiculas de la unidad regional 2 de policía de la provincia a seguir marchando. Lejos de la tensión que hubo alrededor de la plaza de mayo en Buenos Aires, aquí en Rosario la movilización central no pudo ser disuelta ya que varias columnas siguieron manifestando su descontento contra la dictadura por otros sitios de la ciudad. Hubo corridas, balas de goma y detenidos. La sensación de hastío era perceptible, la caída de la dictadura en la Rosario Obrera caminaba al abismo. Solo la noticia de Malvinas puso en el centro otras movilizaciones multitudinarias al grito de Argentina por esos meses hasta que las informaciones no oficiales hablaban claramente de un acto de traición más. Ya ni el Intendente de Facto Alberto Natale del Partido Demócrata Progresista, ni el General del 2° cuerpo de Ejército Juan Carlos Trimarco, ni los medios locales y empresarios podían parar esta ola inevitable que se manifestó primero con el fin de la veda política, y luego con el llamado a elecciones el 30 de Octubre de 1983, que coronara a Ricardo Alfonsín nuevo Presidente. La consigna con la democracia se come, se educa, se cura era la esperanza inmediata de todo un pueblo.
La soberanía nacional es posible con otra democracia
Son innegables los intentos de diferentes Gobiernos Progresistas y Conservadores, de acciones diplomáticas en defensa de las Islas. Lo mismo podemos decir de los anuncios de recuperar el Territorio incorporado por ley, a la provincia de Tierra del Fuego pero ocupado todavía por los invasores ingleses desde el año 1833. Negociaciones que siguen empantanadas en una democracia que sigue en disputa por senderos diferentes, pero a tiempo de poder consolidar en estos tiempos la participación, los consensos y los acuerdos en pos de fortalecer el sistema de representación de mayorías y minorías sin discriminación alguna. La recuperación de las Islas son más una cuestión de la democracia participativa que solo el anhelo de una gestión de gobierno.
Una de las principales conquistas de nuestra democracia han sido los juicios de lesa humanidad, que ni las derechas neoliberales pudieron soterrar, más aún después de los intentos de amnistía. Las luchas de las madres son un claro ejemplo del camino a seguir. En ese sentido, las grandes conquistas de los movimientos sociales fueron posibles. Nos queda el brazo económico sobre las márgenes de nuestro territorio que demuestre que el modelo agro exportador no es el único camino posible. Es necesario avanzar sobre nuestros pasos, articulando y afianzando el inconmensurable campo popular que pugna entre encuentros y desencuentros en la búsqueda por resolver la desigualdad imperante. Solo un Estado democrático y popular para las mayorías puede lograr que las Islas Malvinas sean recuperadas a nuestro territorio definitivamente.
Unidad Popular Santa Fe