Nos está esperando en la vereda: camisa, libros y el mate lo definen. Juan Carlos (Pipón) Giuliani nos invita a pasar. “Charlemos por acá mientras tomamos unos mates”, dice mientras acomoda las sillas.
Nacido en Córdoba, es riocuartense adoptivo desde que tenía cinco años, ya que su padre era un conocido médico de esta ciudad. Tiene un hermano mellizo -Héctor Lucio-, abogado. “Nadie nos cree porque él es alto y flaco y yo petiso y gordo”, ríe. Y un hermano menor, médico.
Como presentación cuenta: “Tengo 62, pero el 7 de abril cumplo 63. Celebraremos el cumpleaños con mi hermano. Tengo que aprovechar que el abogado anda mejor que yo. Mis hermanos son profesionales. En casa me hacen el planteo de haber abandonado la carrera cada tanto, pero les he ganado por cansancio. Porque a mí me gusta mucho la militancia y el periodismo”. Es secretario de la CTA y ex dirigente del gremio de los periodistas.
Peronista de toda la vida, define a María Eva Duarte como la abanderada de los humildes y símbolo de la lucha anti oligárquica. Y a Perón lo recuerda como quien incorporó a la sociedad a la clase trabajadora y fomentó la industrialización del país. “Él sembró la doctrina de una Nación socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”, afirma. Acto seguido aclara: “Yo he dejado el Partido Justicialista. Voy a morir peronista pero no creo en este aparato vaciado del PJ (política e ideológicamente), igual que el de la Unión Cívica Radical. Por eso nos presentamos como una fuerza nueva, que plantea que después del PJ existe vida y porque pertenecemos a una fuerza nacional que lidera Víctor De Gennaro, con quien pensamos que más temprano que tarde los trabajadores vamos a ser gobierno en la Argentina porque somos los generadores de riqueza”.
Formado como abogado y devenido periodista, Juan Carlos habla con soltura. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba, durante tres años. “Igual continué rindiendo algunas materias libres más. Eso me dio cultura general para volcarme a la labor comunicacional, lo mío era el periodismo”. Consiguió trabajo casi por casualidad: “Yo había sido compañero de secundaria de Julio Castellina (hoy director de LV 16), él fue un día a la sede partidaria del FREJULI (Frente Justicialista de Liberación) -donde yo estaba militando- a cobrar una pauta publicitaria y, charlando, me dijo que la radio andaba buscando una persona. Héctor Cámpora ganó un 11 de marzo del 73 y en Río Cuarto ganó Humberto Mugnaini, así que nos pasamos toda la noche de fiesta. Así, sin dormir, me presenté al día siguiente en la radio y me hicieron una prueba. Había un grabador de cinta abierta, con la pausa puesta. Me dieron los textos, noticias deportivas, y me dijeron, saque la pausa y lea. Cuando termine pause de nuevo y vuelva mañana. Pensé que no me llamaban más, pero al día siguiente me dijeron: muy bien, y me tomaron. En dos meses ya estaba en blanco transmitiendo rugby de Urú Curé y otras cosas”.
Al poco tiempo cayó preso. “Me apresaron, estuve una semana en la Federal porque no tenía causa. Me pusieron a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y me enviaron a Córdoba a la UP 1, después interpusimos un amparo por las condiciones en que nos tenían, entonces me pasearon por Sierra Chica, Rawson y Caseros. Tuve la suerte, si se quiere, de ser un preso siempre blanqueado porque el gobierno todavía era democrático. A mi hermano mellizo también lo llevaron. Y, unos días antes de su casamiento, al menor. Por tanto, tuvieron detenido a mi padre, lo agarraron en Gath & Chaves –comprando el traje para la fiesta-, por ser padre de tres hijos presos”, alega.
“Sin el apoyo de mi esposa y la familia, no hubiera tenido entereza ni física ni emocional para resistir la cárcel. Mi primer hijo nació dos meses después de que yo recuperase la libertad”, recuerda Pipón.
Se le infla el pecho cuando habla de sus hijos, que son cuatro: Federico -secretario general de ATE y CTA Río Cuarto-, Julia -también militante de CTA-, Juan Matías –el menos activo en la política- y Flor, la pequeña de la familia, “nuestro solcito” -dice con voz dulce-, que tiene síndrome de Down.
“Cuando salí de la cárcel trabajé en varias cosas: en una panadería, en Rumifer, vendí pulóveres. Hasta que Carlos Subirachs, un gran tipo, me dio trabajo en el diario El Pueblo, en junio del 83. El diario cerró en septiembre de ese año. Y en mayo del 84 entré en Puntal, en reemplazo de otro que se iba a hacer el servicio militar. Y quedé. Julia había nacido hacía poco, así que vino con el pan bajo el brazo. Antes había trabajado en la revista El Puente, fui corresponsal del diario La Voz del Mundo y del diario Córdoba. Ahí cubrí todo el caso de la masacre del banco popular, que dirigía “Chiche” Gelblung. Me llamaba y me decía: Pipón, quiero más sangre. Un amarillo infernal” señala.
Se define a sí mismo como un tanguero sentimental: “Las cosas que me emocionan, me hacen aflojar enseguida” abre el paraguas. “Soy un tipo extrovertido, pero no de mal carácter”. Admite, como defecto, que no cuida su salud.
“Creo mucho en la construcción colectiva, reniego de los liderazgos personales, de las vanguardias iluminadas. No se puede transformar la sociedad si no somos miles”. Es un defensor empedernido de los asalariados: “Los trabajadores somos creadores de conocimiento, portadores de cultura y, por lo tanto, protagonistas insustituibles en la construcción de cualquier proyecto de poder popular”.
Para despuntar el vicio, ha escrito dos libros: Pensamiento Propio – Lo nuevo estaba entre nosotros, editado en 2010, con prólogo de Osvaldo “Turco” Wehbe y Lo que somos – Parte de la historia que construye futuro, editado por CTA, con prólogo de Víctor de Gennaro. “Es una recopilación de artículos míos. Es una aproximación al universo que habitan los hombres de nuestro pueblo que no se resignan a no ser felices y luchan para construir una patria soberana, justa, libre y solidaria”, indica.
“Todavía quiero publicar un libro más, algún ensayo. Me gusta mucho escribir. Todos los días me levanto a las siete menos cuarto y estoy hasta las nueve laburando por internet. Hago las corresponsalías de la CTA y después me divierto mandando verdura por Twitter”, bromea.
(Por Corina Asnal Vischi)
Fuente: www.revistaelsur.com.ar