30.09.2008
¿Se acaba la hegemonía norteamericana? ¿Cómo se organizará el mundo en el futuro?
Se derrumba la globalización
Claudio Lozano (Economista de la CTA y diputado nacional)
Se está derrumbando la arquitectura que asumió el sistema financiero bajo la denominación de “globalización”. Se trata del sistema que inventó un conjunto de alternativas de inversión que transformaba toda deuda en una alternativa para reinvertir. Por ejemplo, las propias empresas privatizadas, deudas hipotecarias con escasa posibilidad de pagos, todo sobre la base de productos financieros.
Esa metodología fue expandiendo el riesgo mundial, así se independizó la acumulación financiera de la productiva.
Aquí, en la Argentina, ya pasó antes. Hubo crisis a finales de los 90, a finales de 2001, también con la caída de fondos de coberturas, con el derrumbe de las acciones de las empresas tecnológicas, por mencionar algunos casos. Era un fenómeno de la valorización financiera que se distanciaba de la escala real.
Lo que se evidencia ahora es más de lo mismo, con la diferencia de que es una manifestación expresa de todo esto y las magnitudes del juego esta vez son multimillonarias.
Ese modelo nació como recomendación del modelo neoliberalista de los años 90 para dispersar el riesgo y evitar las crisis de capitalismo.
En el Congreso norteamericano se está discutiendo en qué medida va a haber discrecionalidad de ahora en más. Aún no se ha terminado de definir qué hacer con el rescate porque se está pensando en cómo no perjudicar a la población en el intento de salvar a las entidades financieras.
Es posible que la solución pase por un cambio en el sistema de regulación. Pero tiene que quedar claro que este derrumbe no es malo, es bueno, no ayudaban al desarrollo. Nuestro país fue uno de los menos beneficiados en ese escenario. Las deudas de países de América Latina fueron insertadas y reinvertidas en este sistema financiero. Eso tampoco los benefició”.
Una crisis sistémica
Eduardo Sartelli (Docente e investigador. Director académico del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales)
Estados Unidos utiliza la política económica como el resto de los gobiernos capitalistas: hace una cosa y dice otra. El modelo de capitalismo neoliberal norteamericano siempre ha intervenido y salvado empresas. Es la forma de intervencionismo que emplea a través del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El grado de resistencia interna en el país explica por qué los demócratas no aprueban el salvataje financiero de los republicanos. El gobierno estadounidense está salvando a los bancos que se quiebran y en tanto se está quedando con las casas de todo el mundo.
La crisis actual es orgánica: es de la sociedad capitalista. Es una crisis sistémica que explota como una crisis financiera. Creo que todavía es muy temprano para saber si Estados Unidos va a perder su hegemonía como potencia económica. De hecho, Europa esta peor y no está en condiciones de tomar su lugar. Japón tampoco, porque está en recesión desde los 90.
La pregunta sería: ¿podrían China o India reemplazarla? Lo veo bastante difícil, porque los Estados Unidos representan un tercio de la economía mundial, y China e India juntas no tienen un 20 por ciento. Por lo que es casi imposible que con un poder del 20% puedan salvar el 80% restante. Por otro lado, hay que preguntarse de qué viven esas dos potencias. En los dos casos, del comercio exterior y de la demanda de consumo generada por los norteamericanos. Los países de Asia son los mayores tenedores de dólares estadounidenses del mundo, y esto es justamente para evitar que se les caigan las exportaciones.
La no aprobación del salvataje de George Bush en el Congreso estadounidense iba a suceder. Los republicanos sostienen que hay demócratas que no quieren saber nada con el plan porque terminará pagando las consecuencias el próximo presidente, que en teoría sería Obama. Hay una puja de poder y una pelea mediática jugada. Habrá que ver cómo lo toma la gente.
Es el principio del fin del imperio
Mario Rapoport (Director del Instituto de Investigaciones
de Historia Económica y Social de la UBA)
Existe en la crisis una vinculación importante entre lo económico y lo político muy parecida a lo que ocurrió después del crac del 29. Aquella crisis comenzó en la presidencia del republicano Herbert Hoover, y en 1932 fueron las elecciones en las que ganó el demócrata Franklin Roosevelt. Hasta último momento Hoover intentó evitar una intervención del Estado como la que ahora tratan de frenar los republicanos porque va contra su propia filosofía política y económica. La actual parece ser la segunda crisis más importante de los Estados Unidos después de la del 29, pero es probable que tenga alcances más generales por la globalización financiera. Cualquiera sea la definición en la Cámara de Representantes, el resultado va a ser negativo. Sólo puede esperarse que de una vez por todas exista una regulación del sistema. Visto desde la historia, el economista ruso Nikolái Kondrátiev murió en un campo de concentración porque Stalin no aceptaba su tesis de los ciclos económicos. Eso implicaba que el comunismo podía caer. El último ciclo positivo fueron los 25 o 30 años que sucedieron a la Segunda Guerra Mundial, los “30 gloriosos”. A partir del 70 se desacelera el crecimiento mundial y una crisis muy profunda afecta el dólar y las commodities. En el período de la globalización financiera se festejó la caída del muro de Berlín, pero a mi juicio, el muro cayó para ambos lados. Es inconcebible que ahora se apuesta al dólar o a los bonos del Tesoro norteamericano como activos seguros. La situación no va a poder seguir por mucho tiempo y creo que es el principio del fin de la hegemonía estadounidense desde el punto de vista económico. No significa una caída definitiva, pero estamos en un momento de cambios importantes. Tenemos que recordar que en el 30, a la Argentina la salvaron el control de cambios y su encierro, para velar por los intereses propios.
Se disputan el botín
Claudio Katz (Economista de la UBA)
“Me parece que hay que ser cauteloso a la hora de opinar sobre este tema, sobre todo porque la información esta cambiando aceleradamente. Estamos ante una gran crisis global. Hay una tensión muy fuerte y muchas dudas sobre si el plan de salvataje económico propuesto por el presidente norteamericano George Bush, con la nacionalización de las hipotecas tóxicas, puede atemperar la crisis. Como ya fracasaron varios planes anteriores, ahora hay sensación de riesgo en la sociedad y también en el Congreso.
La realidad es que los representantes del Partido Demócrata no quieren que el actual gobierno les deje una deuda millonaria con la que no saben si van a poder lidiar en el futuro.
En este momento se están jugando tres factores juntos que definen la crisis estadounidense. Por un lado hay un clima de resistencia colectiva de la ciudadanía al paquete: todas las encuestas dicen que la mayoría de la población estadounidense está en contra de que se apruebe la medida en el Congreso y eso genera una presión extra a los legisladores.
Como segundo factor, hay una sensación generalizada de que el paquete de medidas de salvataje financiero puede significar 700.000 millones de perdidas, un pozo interminable que no se volvería a recuperar. El eje del problema es que no se sabe si los cuatro millones de deudores podrán afrontar los pagos de sus hipotecas. Ése es el trasfondo por el que se trata de armar una gran reingeniería para evitar una nueva burbuja.
Y como tercer factor, hay disputa feroz por el botín, hay una lucha en el proceso de reorganización bancaria por intereses financieros. Por ejemplo, a un banco como Lehman Brothers lo dejan caer, pero a otro como Merrill Lynch lo salvan. Ésta es la prueba de los intereses que hay en ese mercado y que la mayoría desconoce. Y va a seguir pasando. Ésos son los elementos que hacen que la situación esté tan indefinida por estos días y sea prácticamente imposible predecir qué va a pasar”.