El Distrito 7 fue el lugar del encuentro con Juan Monteverde. Allí el compañero, militante y referente de Ciudad Futura comenzó la charla pensando en aquello que originó Giros, el proyecto de urbanización y el nacimiento del partido Ciudad Futura. Las experiencias desde la militancia social, la llegada al Concejo Deliberante de Rosario en el año 2015, la muy buena campaña electoral y el resultado positivo en las PASO, las expectativas hacia las definitivas del próximo 14 de noviembre y la perspectiva política hacia el año 2023. Siempre pensando en aquello que supo parir aquel diciembre del 2001 “del que todavía resuenan la crisis económica y de representatividad, esas raíces profundas que dieron lugar al estallido social ”.
*Entrevista por Raúl Daz
La precuela de la historia
¿Qué decir a 20 años de esa gesta histórica con muchas voces que cantaban “que se vayan todos”? ¿Ese proceso está ligado a la construcción de lo que hoy es Ciudad Futura?
El sistema económico no se recompuso del todo al igual que el sistema de representación política. Nosotros somos hijos e hijas de esa generación. Giros surge en el año 2005 y es uno de los movimientos que le da origen a Ciudad Futura. Producto de esa búsqueda de nuevas formas de representación política, donde siempre tuvimos muy en claro lo que no queríamos ser, avanzamos con esta idea de Simón Rodríguez de “o inventamos o erramos” y fuimos a construir donde más se necesita a la política que son los barrios populares.
Había muchos jóvenes en la misma situación que nosotros, sin representación política pero con fuertes ganas de transformar la realidad. A esto le dimos una vuelta que era invitar a la gente a hacer otra cosa que no sea debatir entre convencidos, y el ir descubriendo la potencia persuasiva, de convicción y contagio que tienen las ideas materializadas.
¿Esto último los diferencia? ¿Construir una sociedad de barrios abiertos?
Si, porque quisimos construir esos pedazos de sociedad que queremos para mañana, hoy. Es un poco el motivo de por qué se llama Ciudad Futura. No solo impugnar lo que estaba mal sino construir esos pedacitos de ciudad del futuro ahora, en el presente. Esto convence a mucha más gente que el discurso.
La dimensión de lo discursivo llega pero a determinado núcleo. Ahora, si mostramos una materialización el resultado es otro. Doy un ejemplo: la educación y la cultura. A la gente que nos decía que no estaba de acuerdo con determinado proceso latinoamericano le preguntábamos “¿Vos estás de acuerdo con lo que estamos haciendo en los barrios populares, con esta escuela que fundamos en Nuevo Alberdi, con esta escuela que fundamos en Tablada?” o “¿Sabías que mucha de esa metodología, que se presenta como del siglo XXI en países como Finlandia, la estamos implementando de forma parecida o mejor a un bondi de tu casa?”. Y ahí la capacidad de escucha era otra.
También preguntábamos sobre lo que hacíamos en la periferia produciendo alimentos para sus habitantes. El tambo “La resistencia” es un claro ejemplo de que dando la discusión sobre cuestiones muy profundas como la concentración de la tierra, se pueden conseguir votos. Los candidatos de los partidos cuando llegan las elecciones se moderan y aparece como escindido lo electoral de los debates profundos. Nosotros logramos irrumpir en la escena electoral defendiendo un tambo. La gente nos votó porque cuestionamos a los sectores que por solo tener plata pueden cerrar un pedazo de la ciudad.
¿Qué sucedió cuando llegaron a las instituciones, a representar lo que mostraron con el tambo “La resistencia” en el plano de lo social?
Al momento de tomar ciertas decisiones aparecen nuevos enfoques en la que entrelazamos dos o tres puntos centrales que nos fue marcando la historia. En el año 2010, después de cinco años de construcción territorial peleando contra las inundaciones, los intentos de desalojo y demás, logramos llevar nuestra propuesta al concejo deliberante. Aquí hago una salvedad, yo siempre digo que la ordenanza municipal más revolucionaria la sacamos sin ser concejales. Que fue convertir a Rosario en la primera ciudad del mundo en parar con la construcción de barrios privados.
Entonces comenzaron nuevos interrogantes: “¿Por qué no meten un concejal como Giros o forman un frente como movimiento social, con quien fuera?” Y nosotrxs lo discutimos desde un lugar, dándole muerte a esa concepción neoliberal de construir barrios privados. Había que construir un modelo alternativo, que reemplazara ese icono del neoliberalismo. Resolvimos este dilema poniendo toda nuestra fuerza en el territorio. No quisimos ofrecer un discurso más. Aquí nace el proyecto Ciudad Futura, que hoy es el nombre de nuestro partido sin escindir lo social de lo político.
¿Qué significan para este movimiento político las elecciones?
Las elecciones son plebiscitos de nuestra construcción. Cada dos años frenamos un poco la bola y consultamos a la sociedad que les parece todo lo que venimos haciendo. Lo hacemos desde nuestro partido, desde nuestras estructuras, un camino propio de representatividad. Así fue que salimos a buscar las primeras adhesiones, primer pasó administrativo para construir el partido. Y consultamos a los vecinos y vecinas de Nuevo Alberdi que les parecía que Giros construya un partido político.
Nos fuimos expandiendo haciendo lo mismo en otros barrios, vendiendo leche del tambo y mostrando lo que hacíamos, llegando en el 2013 a armar el partido con los avales necesarios para poder presentarnos. Afianzarnos en los territorios para luego concretar una representación política.
Encontrarnos con los compañeros del Movimiento 26 de junio nos potenció. A nosotros por la lucha de la tierra, y a ellos contra la inseguridad y la lucha contra el narcotráfico, que son los dos grandes dramas estructurales que hoy tenemos.
El terror de la corporación política
¿Qué sucede en el ámbito legislativo cuando te topas con lo que se conoce como política tradicional? Y en ese sentido ¿Cómo piensan las políticas de alianzas y de construcción frentista a largo plazo?
Construimos este instrumento político no para tener una banca que exprese lo que nadie expresa. Queremos construir no solo para ser la expresión de una fuerza política para denunciar, que eso está. Queremos construir para gobernar y es una decisión política. Nuestro rol no es solo un estrado para hacer denuncias. Cuando logramos en el 2015 el batacazo y logramos lo que nunca había sucedido en la ciudad, que una fuerza sin representación parlamentaria sea la tercera fuerza más votada detrás del socialismo y cambiemos. Cuando vimos que en las PASO habíamos logrado el objetivo, fuimos a las generales con la idea de sacar dos concejales. Jamás pensamos en sacar tres concejales y salir terceros.
El batacazo fue directamente proporcional con la respuesta de la corporación. Hubo un acuerdo entre el PS y el PRO para que esa voluntad en las urnas del 16 % de los rosarinos no se vea en la institución en la que perduró hasta el 2019. Bloquear un concejo transformador y diverso con algunos elementos que aportó el PJ, de invisibilizar ese potencial dinámico que la gente votó. No deja de sorprender porque cuando la ves por dentro, de cerca y por como se aglutinan, funcionan como un partido único que tiene representación en todos los partidos. Cuando se escapa de esa lógica donde todo tiene precio y arreglo, porque arriba tiene un dueño que decide, y cuando lo imprevisto aparece como determinante, a eso le tienen mucho miedo.
¿Cómo fue afrontar esas instancias contra la corporación política?
Una de las primeras cosas que hicimos cuando llegamos fue el plan transparencia mostrando la política de Ciudad Futura, en la que donábamos el 70% del salario, y aclarabamos lo que gana cada uno, el equipo de laburo, los proyectos y las propuestas que elaboramos para que el concejo sea más transparente y más cercano. La transmisión en vivo de las comisiones que antes eran lugares cerrados, la necesidad de implementar audiencias públicas, la idea del plebiscito, el referéndum revocatorio para los mandatos.
Otra de las cuestiones que corroboré es la relación aceitada entre los políticos y los periodistas porque hay mercenarios dentro de los medios que hacen el trabajo sucio para las corporaciones económicas y para los dueños de los medios. Cuando nosotros publicamos la declaración política de donación de salarios para poder financiar nuestra propia campaña, no depender de nadie y tener autonomía económica para sostener proyectos sociales, aparecía en los medios una campaña en contra diciendo que eso estaba mal.
No aparecía el discurso de que hay que recortar la política de parte de la derecha que a los medios le parece brillante, sino como aparecía de una fuerza de izquierda pero con otro concepto, de desprenderse de los privilegios de la política. Desde eso a cerrarnos el recinto cuando teníamos programada una audiencia pública sobre quién se quedaba con las últimas tierras de la ciudad. La autoridad máxima del concejo, la presidenta, mandó a cerrar el recinto. Nos habían votado 90.000 personas y no podíamos utilizar el concejo para realizar las audiencias. Como juegan en tándem los medios, algunos periodistas y los políticos.
Pensando en esta campaña que presentaron en sociedad “El futuro viene” y con lo que fuiste narrando de que se puede salir de esta fragmentación social que se planificó en los ‘90, previo al estallido del 2001, y teniendo en cuenta que solo con la voluntad de una fuerza política no alcanza ¿Cómo integrar estas experiencias que van y vienen hacia un Estado que piense en más economía popular, en la educación, en la salud, en el trabajo, en la soberanía, en la ecología? ¿Cómo amalgamar que dentro de este caos, que vos mismo observás que la propia política genera, se construya una identidad política más consolidada?
Hoy estamos ante una disyuntiva de la humanidad entera. La pandemia lo que vino a decirnos es que estamos ante una crisis civilizatoria. La respuesta a esto no la tiene ni un concejal, ni un intendente. Es el pueblo haciendo un quiebre, teniendo conciencia de su propio poder y haciéndose cargo de los asuntos que son de todos y todas.
Hay que inventar aceleradores para esos procesos, apuntar a que llegue antes para que menos gente sufra. Las elecciones son herramientas paulatinas para poder lograr eso, a medida que uno va consiguiendo poder político, que para nosotros es poder popular porque ganar elecciones y tener el poder no es lo mismo. Pero para poder construir hay que tener una escala. ¿Por qué concentramos nuestra fuerza en Rosario? Porque debe haber una relación entre el poder distinto que uno genera y lo que pretende gobernar.
Y la perspectiva nacional…
Por eso digo que las elecciones del 14 de noviembre lo que hacen es decir si lo que queremos va a demorar días, meses, años o décadas. Los lugares institucionales lo que te permiten es ver cuán lejos o cuán cerca y a cuanta gente se le puede cambiar la vida en el camino. Estoy convencido que esta forma de representación política tradicional y corporativa está dando sus últimos manotazos de ahogado. La muestra de la boleta de candidatos con famosos es el estado terminal de la política tradicional. Por eso hay que refundar la democracia desde lo cercano, que es donde nació la democracia. Que la política tenga implicancia con la vida cotidiana, la política local. El municipalismo te lo habilita, que la gente se empodere en los asuntos que son de todos y todas.