Se realizó esta tarde la Jornada Democracia, Sistemas Productivos y Emergencia Socioambiental en la sede de la CTA A. Marta Maffei moderó el panel sobre Maldesarrollo, saqueo, extractivismo, destrucción de hábitats.
En la apertura, Maffei destacó que «la Tierra está en sobregiro, es decir, que no tiene fondos suficientes, no tiene recursos suficientes. Nos estamos consumiendo lo que no tenemos, lo que la Tierra no tiene para darnos como servicios y como bienes. Ese es el modelo que nosotros tenemos. Las estadísticas de la temperatura de este último mes de julio, nosotros tenemos un promedio de temperatura en la Argentina más o menos de 15 grados. El cambio climático, con lo que significa la evaporación del agua, con lo que significan los problemas que hoy tenemos. Tenemos problemas con el agua, Miren Uruguay. Uruguay no es que no tiene agua, no tiene agua limpia, tiene el agua absolutamente contaminada, no puede sacar agua de sus propios ríos, porque todas las pasteras que se le instalaron sobre el río principal son las causantes del desastre por eso Uruguay está consumiendo agua salada están consumiendo el agua del mar. Esto pasa en América Latina, en todas partes. Parece que no van a avanzar sobre el desmatamiento de la Amazonía. Ahora, el río Paraná y el río Paraguay, dependen de la Amazonía. ¿Por qué nos quedamos sin agua? ¿Por qué nos quedamos sin agua este año? Y bajó el Paraná? Tenemos que entender que la Tierra es un sistema, no es un conjunto de variables, no está la tierra por acá, los árboles para allá, las vacas por el otro lado. Si nosotros ahora no consumiéramos más nada y no emitiéramos más nada, tenemos por lo menos para veinte, treinta años de calentamiento que va a seguir avanzando.»
Abrió el panel Silvia Ferreyra, quien sostuvo que «nosotros nacimos con una idea de nación completamente importada de lo que es el progreso con una ruptura completamente divorciada de la naturaleza y con una idea de bienestar asentado fundamentalmente sobre la productividad económica. Un desarrollo o un ideario de desarrollo que hasta el día de hoy, está completamente imbuido como imaginario, como mito, ese desarrollo, tiene que ver con una idea de orden, de progreso, de civilización completamente excluyente, que se instaló a la par de un exterminio de quienes poblaban estos territorios con otra cosmovisión. Entonces, eso que parece una cosa muy sencilla, lamentablemente, se pone en discusión con esto de negar la preexistencia de los pueblos originarios.
Venimos a plantear la posibilidad de trabajar un poco sobre el concepto de mal desarrollo, trabajar también el concepto sobre crisis civilizatoria para poder entender el momento mundial que nos encuentra y también analizar las resistencias que se están dando en nuestro país para poder tener una certeza de donde podemos ir a buscar las respuestas y los caminos que necesitamos transitar en la búsqueda de soluciones».
Luego siguió en el panel Mariela Silvestein, y dijo que el «ambientalismo que todavía sigue existiendo como tal, como movimiento socioambiental, está compuesto por un montón de vecinas y vecinos de cada territorio que salen a la defensiva de las corporaciones transnacionales que están de la mano de cada gobierno entreguista y saqueador, gobierne quien gobierne, en ese sentido no hay grieta. ¿Por qué? Porque las ideas base, o sea, las ideas que sustentan este mal desarrollo, que no es un desarrollo, que en tal caso es un incremento del PBI para juntar dólares para pagar la deuda, lo fundamental es que nos vienen a imponer actividades que destruyen nuestro territorio, que destruyen nuestra vida, que nos enferman, nos contaminan, nos matan.
A continuación habló Delfina Del Sel quien sostuvo que «vemos todos los días en los territorios, situaciones como la de hace unos meses cuando murió Florencia en Pergamino, que se fue a buscar otra vida al campo de acá de la ciudad, puso una panadería, se enfermó de cáncer. Se sabe que hay 3% más de posibilidad de enfermarse en las zonas rurales donde fumigan y se llevó a Kili Rivera también de cuatro años en corrientes. No son casos aislados, es algo que pasa en el cotidiano. Yo empecé a activar y a comprometerme un poco en ese sentido, de empezar a ver cómo se nos lleva en la vida de verdad.»
Guillermo Folguera explicó «la pregunta es, ¿qué es el Estado Argentino? Que me parece una pregunta mucho más incómoda que preguntarse por Monsanto, por Bayer. El Estado argentino respecto a estos temas está jugando con una claridad impactante y que no estamos pudiendo discutir, ni siquiera poner en discusión. La primera es YPF. ¿Qué es YPF? ¿Qué es YPF para que lo pongamos una y otra vez en los spot como el modelo a seguir?. ¿Qué es YPF con ese 49% de acciones privadas? De los cuales ese 49% una parte muy importante son grupos de especulación financiera internacional. ¿Qué es YPF Agro cuando uno de los grandes ventas de YPF agro es Atracina, que es uno de los causantes del cáncer de mama. O sea, mientras el Estado argentino vende agentes cancerígenos, se encarga de no tener cuantificado claramente cuántas personas con cáncer tiene nuestro país. ¿Qué es YPF Litio? Cuando promociona a los cuatro vientos que no va a secar la Puna y no hay ninguna duda que va a secar la Puna. Si el proyecto que están montando en Catamarca, en Fiambalá, a unas tres, cuatro horas para el lado de la cordillera, si estuvieron realmente impactantes, se va a abastecer de un curso de agua del tamaño de 3 hileras de silla que ustedes tienen delante. ¿Qué es YPF offshore? Cuando hemos visto que un proyecto armado desde y por empresas como Shell durante el gobierno de Mauricio Macri y su ex funcionario Aranguren, fue aprobado por el Ministerio de Ambiente a poquitos días del chubutazo. ¿Qué es YPF? sino la puerta de entrada para Total, Shell en nuestro Mar Argentino. ¿Qué es YPF? YPF hoy, políticamente juega en contra de las comunidades y el bienestar de la naturaleza».
Mauricio Cornaglia dijo a continuación que «con esta nueva cuestión de la exploración y explotación offshore en el Mar Argentino, y sin duda de lo que llamamos agronegocios, por ser también, sin ningún tipo de discusión, el área que le permite al país, el ingreso de la mayor cantidad de divisas al país. Entonces allí es donde nuestros gobiernos, a partir del retorno de la democracia para aquí, se han ocupado de adoptar y establecer como una política de estado claramente. La expulsión de grandes comunidades que han sido expulsadas en estos últimos tres décadas por el avance de los proyectos extractivistas, muy fundamentalmente el agronegocio, porque se desarrolla en gran medida en provincias de mucha población, donde antes en mi región, en nuestra zona, familias enteras atendían 600, 700 hectáreas, hoy es una sola persona la que atiende esas seiscientas, setecientas hectáreas. Bienvenida a la tecnología que reemplaza la mano de obra. Ahora, ¿a dónde fueron a parar? ¿A dónde están yendo todavía a parar? Esas cientos de miles de personas que antes vivían en el campo de manera saludable, atendían allí esas hectáreas, mandaban a sus chiquitos y sus chiquitas a las escuelas que ya prácticamente quedan muy poquitas esas escuelas rurales tan queridas ¿Qué fue de esa gente? Toda esa gente está viviendo en las grandes urbes.»
Luego de un intercambio de ideas, Claudio Lozano abrió el segundo panel sobre «Impactos socioambientales de los sistemas productivos», y dijo que «desde una visión, nosotros estamos convencidos que desde hace cinco décadas en la Argentina el proceso que define a nuestro país es un proceso de saqueo y desigualdad. Un proceso que tiene una forma orgánica, absolutamente articulada con nuestras clases dominantes, que ha tenido en su desarrollo y en el marco de las luchas que viene haciendo desde el mismo momento en que se puso en marcha esto, nuestro pueblo tuvo momentos de cuestionamiento, momentos en que se logró frenar en parte, momentos en donde se lograron algunos triunfos, pero que en ningún caso este proyecto se ha podido detener. Una y otra vez, en el marco de las derrotas, los límites, los fracasos de las experiencias populares lo que sobreviene es una profundización adicional de ese tipo de proyectos. Y lo que vemos también, es que la idea de un modelo exportador que se fundamenta en la remanida idea de que el padecimiento principal de la Argentina no es el saqueo y la desigualdad, sino la restricción externa. Ese modelo exportador es un modelo sobreexplotador de naturaleza, consecuentemente es un modelo con una composición de industria muy baja y con un nivel de promoción de desigualdades monumentales. Sabiendo esto nos parecía que había que politizar el 2023 para no perder el 2023. Si hay algún eje al cual es refractario buena parte del sistema político argentino es a incorporar la dimensión ambiental como parte del debate y la discusión de nuestro país. Es claramente refractaria la lógica dominante del sistema político, es respecto a la problemática ambiental. Por lo tanto, nos parecía importante una convocatoria de esta naturaleza.
Marcos Filardi empezó la segunda parte diciendo que «Somos lo que comemos. Si somos lo que comemos, hoy en Argentina somos transgénicos. A tal punto es así que, como ya se dijo en dos oportunidades, somos el primer pueblo en el mundo que es trigo transgénico. Si el Popol Vuh decía a esos hombres de maíz, nosotros somos hombres y mujeres de trigo que hoy es transgénico. El mejor pueblo, el primer pueblo en el mundo en ser un pueblo de trigo transgénico, hecho de trigo transgénico, resistente al glufosinato de amonio, esa palabra tan rara, pero lo que sí sabemos por la ciencia digna es que es mucho más tóxico que el tan conocido glifosato y que está presente de manera silenciosa prácticamente en todo lo que comemos a diario en uno de los mayores pueblos consumidores de trigo en el mundo. Pero ya éramos transgénicos, no? Éramos maíz transgénico, éramos soja transgénica, oculta, presente prácticamente en todo lo que comemos. Somos también esa tercera pata de ese sistema agroindustrial fertilizantes sintéticos derivados de combustibles fósiles. Somos también parte de un sistema de crueldad animal, asinamos a nuestros animales a condiciones de crueldad inusitada, los sometemos sistemática, estructuralmente, a una cantidad de esquizofrenia, antibióticos, antivirales, a condiciones de estrés, de asinamiento, de inmunosupresión, que terminan expresando quienes somos. Somos esas carnes, somos esas leches, somos esos antibióticos, somos esos genes de resistencia a los antibióticos, somos todo ese sistema de crueldad al que sometemos a nuestros animales cuando los comemos, somos también una carga desquiciada de azúcar, porque a la industria se le ocurrió que si le metemos más azúcar es deliberadamente adictiva, somos también esa cantidad exacerbada de sodio, de sal, que también se le pone para realzar supuestamente los sabores de toda esa mezcla de materias primas producidas a gran escala, al que adicionando todas estas sustancias generamos una ilusión de diversidad pero que no es tal. Entonces hoy somos ultra procesados en el mundo.»
Damián Verseñasi subrayó que «hoy ser negacionista del cambio climático, es ser negacionista del cambio climático, es decir, que para poder desarrollarnos tenemos que seguir haciendo exploración offshore de petróleo en nuestro mar, o seguir haciendo oleoductos para Vaca Muerta, o seguir desarrollando la mega minería, o seguir desarrollando la minería del litio. Eso también es ser negacionista del cambio climático, porque el cambio climático tiene su origen en esos procesos extractivistas que nos han impuesto y que han inundado nuestros territorios, y por tanto alterado y afectado los metabolismo desde los territorios a nuestros propios cuerpos.
Es necesario que tengamos claro cuál es la gravedad de la situación, para poder entender que el proceso que tenemos por delante no es cualquier proceso, porque no es lo mismo cualquier negacionista de cambio climático en estos contextos en Argentina. Yo creo que esa es una discusión clave que tenemos que darnos todos los movimientos socioambientales y fundamentalmente en diálogo permanente con las estructuras y las organizaciones de trabajadoras y trabajadores y de las estructuras políticas partidarias que hoy tienen posibilidades de disputar espacios de poder en nuestro país. Y digo todo esto porque si nosotros seguimos pensando en la salud como nos hicieron creer que teníamos que pensarla, que es como esa ausencia de la enfermedad, o como ese estado de equilibrio biopsico-social, tiene que ver con que nos han impuesto y nos han construido culturalmente la idea. Esto fue impuesto porque se nos hizo creer que para tener salud necesitamos que alguien nos dé eso que nosotros nunca vamos a poder tener para que nosotros nos sintamos más o menos equilibrados. Y ese alguien ha sido siempre la corporación, ha sido siempre la industria farmacéutica, la industria de la tecnología biomédica, que no es casualidad, es la misma industria, la de la tecnología biomédica que la de la tecnología militar y policial, que avanza y que sostiene los estados represivos. Entonces, hoy, más que nunca, para nosotros la discusión es una discusión sobre salud, no es una discusión
ambiental.»
Luego siguió Silvia Oliveiro, a mí me gusta hablar de crisis climática, hoy podríamos hablar de una crisis civilizatoria, porque es por primera vez que la humanidad, y estos son los datos que nos da la ciencia con la cual estudiamos, estamos al borde de la extinción de la vida. Pues hoy el dilema pasa, por cambiar el mundo, y hoy es más urgente que nunca. Porque si no lo cambiamos, perecemos. Estamos en ese dilema, y esto hay que decirlo. También alguien dijo por ahí que lo más revolucionario es contar lo que estaba pasando, y es lo que intentamos hacer acá, que no se dice. Entonces la primera, y para derribar relatos voy a contar un poco lo que yo hago con los estudiantes en debate. ¿Qué es el cambio climático? El motor del capital fósil, el que alimenta el capital fósil desde la revolución industrial hasta acá, el gas, el petróleo y el carbón. Es el corazón. ¿Para qué? ¿Para qué el gas, el petróleo y el carbón? Para aumentar la acumulación de riqueza. Si es posible, en forma infinita y rápida. Esto ha sido así y fue concebido a partir de la revolución industrial. Y no fue una decisión tecnológica, no fue una decisión de la rentabilidad, fue una forma de dominación de la fuerza de trabajo, porque era mucho más rentable la hidráulica. Ese cambio químico de la atmósfera que observamos por la emisión de los gases de quema de los combustibles fósiles es un reflejo de la ampliación de la riqueza generada por el capitalismo. Entonces podemos seguir, y eso exacerbado, con la fase neoliberal del capitalismo en los últimos 40 años, donde todo se transformó en mercancía. La salud es una mercancía, el alimento es una mercancía, el turismo es una mercancía, se ha mercantilizado toda la vida. Al mercantilizarse y que todo pase a ser una mercancía, la máquina necesita más energía, necesita más petróleo, necesita más carbón, necesita más gas. Entonces lo que determina que si vemos la curva de crecimiento, nosotros hacemos un ejercicio de poner el aumento de la temperatura desde 1850 hasta nuestros días, asociándolo con los procesos socio históricos, con los procesos económicos y los procesos políticos. Y ustedes ahí observan que aumenta, aumenta la temperatura. En la época, en los 70, tenemos la crisis del petróleo, 73. Ahí se generan todas las tecnologías hoy denominadas limpias o alternativas, que son a las que tenemos que ir, ya tienen 50 años, incluida el litio, porque el descubrimiento del valor del litio para acumular energía se da en esa época, en los 70, cuando está la crisis del petróleo y se dice cómo se va a mover el mundo, el capital tiene que seguir, entonces se desarrolla. Incluso en Argentina en el 80 hay un proyecto de hidrógeno verde.»
Cerró el panel Laura Maffei quien indicó que «hay otras miradas más amplias que empiezan a interpretar la lucha ambiental como una lucha por derechos, ni más ni menos que el derecho a la vida. Pero la lucha ambiental ya no es una cuestión de los pueblos ricos, sino que es una lucha por la vida y por los derechos. Entonces, empiezan a haber también distintas miradas, no? Entonces la transición, esta transición que si le dice, bueno, la sustitución, el movimiento sindical entiende, bueno, de este punto tenemos que ir a otro punto, ¿sí? Hay una transformación. ¿Cómo vamos a hacer esa transformación? ¿Hacia qué es esa transformación? Porque puede ser hacia cualquier cosa. Digamos, ¿quién la va a gestionar? ¿Quién va a tener el control sobre esa transición? ¿Y a qué costo? Hoy hablábamos todo el tiempo. La CUT de Colombia, la CUT de Brasil, la CETERA en Argentina, son pioneras, empiezan de manera tal vez aislada a trabajar la cuestión ambiental. Y ya por los inicios de los 2000 con el crecimiento de la agenda ambiental a nivel internacional, dirigentes sindicales eran militantes ambientales que empiezan a ver que hay una necesidad de articular a nivel de los sindicatos.
Frente a este cambio en el sistema de producción que se está proponiendo, en particular en las negociaciones de cambio climático, qué lugar tiene la fuerza laboral, se va a transformar el mundo laboral. Entonces con miradas más corporativas o menos corporativas, con miradas más amplias, empieza a entenderse la necesidad de tener posiciones respecto de qué va a pasar con los puestos de trabajo de los sectores que deban transformarse, dónde se van a generar los nuevos puestos de trabajo, con qué nuevas capacidades y formaciones profesionales, con qué nuevos riesgos laborales, cómo se va a generar toda esa infraestructura, del mundo laboral para hacer frente a este desafío y proteger a los sectores menos más desfavorecidos.»
Lozano cerró el encuentro y dijo: «la tierra es un sistema pero nosotros somos parte de ese sistema. Lo que se ha roto acá es una concepción que nació con la modernidad, donde el hombre es el sujeto y la naturaleza el objeto, y uno hace como sujeto con la naturaleza lo que se le canta, sin darse cuenta que en ese momento también está operando sobre uno mismo y nos estamos yendo al borde de la misma casualmente por no permitir las condiciones de reproducción de la vida que deberían ser el centro de cualquier proceso de organización de la comunidad. Y cuando Folgueras planteó el tema de qué hablamos cuando hablamos del Estado, es un tema central, porque el debate que se plantea hoy entre Estado y mercado es falso. Porque el Estado que entendemos es el Estado del mercado. Entonces cuando uno dice que va a disciplinar al Capital con el Estado nadie te cree, porque el Estado reproduce las condiciones de ampliación de beneficios del capital. Y por lo tanto el debate es otro, el debate de hoy es Comunidad versus mercado. Y por lo tanto eso implica un proceso de reconstrucción de la institucionalidad y de lo público como modo de encontrar mecanismos para disciplinar el funcionamiento y organizar el funcionamiento de la sociedad de otra manera. Me parece que estamos desafiados a asumir que hay una institucionalidad absolutamente vacía de contenidos democráticos. Esto no es democracia, no. Es la democracia la que está en crisis. Lo que tenemos que incorporar es, no la democracia como sustantivo vacío, sino la idea de la democratización como proceso permanente de construcción del poder popular que mencionó acá el compañero Marcos en su exposición y que ciertamente ese poder popular se manifiesta una y otra vez en cada una de las peleas ganadas. Cuando hay causas concretas que articulan a la comunidad y donde el interés público pesa por sobre las fracciones y los debates menores, ahí se gana. Ahora eso lo hemos logrado en más de una ocasión. Y se mencionó Misiones, se mencionó Chubut, se mencionó Entre Ríos. Digo, se han ganado un montón. Se mencionó Esquel. Ahora, después de que se ganan esas, se vuelve a perder en el terreno y ahí viene el planteo que hizo Fabián. Porque el Chubut volvió para atrás la ley minera y los que terminan ganando la elección son los pro-mineros. Y hoy esto nos pasa una y otra vez ganamos en una pelea pública en el terreno social y perdemos la batalla electoral. Ahí hay una clave y esa clave tiene que ver con modificar las condiciones de la construcción política y modificar la idea de la política, que es modificar la idea de la democracia y del Estado de Derecho. Pero la tarea para poder organizar el mundo y la comunidad de otro modo es la tarea de construir condiciones para que la comunidad tenga que ver con la decisión y eso implica otro tipo de institucionalidad y esa institucionalidad hay que empezar a construirla en las propias organizaciones que vamos creando. Por lo tanto, estos hábitos sirven para entender que además de que tenemos que seguir resistiendo, tenemos que incorporar nuevas concepciones, nuevos conceptos, nuevos elementos para discutir, disputar un sentido común que está fracasado, por lo menos en la tarea de garantizar el buen vivir al conjunto de la sociedad. Así que este fue el objetivo.»