Los días 19 y 20 de agosto pasado se llevaron a cabo las jornadas de reflexión y discusión “¿Qué nos pasó?”, durante las cuales el espectro progresista de nuestro país analizó las potencias y dificultades de nuestro país y de la región tomando en cuenta los procesos sociales y políticos abiertos en 2001. Las jornadas, que se llevaron a cabo en el Hotel Bauen, cooperativa de Trabajo, participaron miembros de distintos partidos políticos, y de organizaciones políticas y sociales.
Claudio Lozano, diputado nacional por Unidad Popular en su participación como organizador explicó en primer término el diagnóstico que se hizo de la situación desde el espacio en el que milita: “respecto a la etapa, yo diría que desde el espacio en el que yo estoy, hicimos una interpretación bastante cercana a la que propone Gramsci cuando habla de “crisis de hegemonía”. Nosotros señalamos que había una crisis de hegemonía de las clases dominantes en la Argentina, para nosotros es una crisis general, no era solamente una de carácter económico pero que estaba centrada en dos grandes cuestiones: la primera, un profundo cuestionamiento popular al sistema político tradicional, que se expresaba en dos cosas que vale la pena destacar: la primera, la organización popular había desbordado, incluso a las estructuras tradicionales tanto en término de sus representaciones territoriales como en términos de las gremiales. Es muy importante señalar, por ejemplo, que en mayo de 2002 se vio por primera vez un paro general en la Argentina convocado sin la presencia de la CGT y que convocaron la CTA y la Corriente Clasista y Combativa. La CGT no llamó a parar, y sin embargo, hubo un paro nacional. Y del mismo modo, buena parte de las organizaciones territoriales, denominadas “organizaciones de piqueteros”, desbordaron sin duda alguna la estructura de punteros del Partido Justicialista. La segunda característica fue que por un momento, nos pareció que estábamos levantando un cepo cultural y político que había organizado buena parte del disciplinamiento del sistema político argentino y que se estructuraba en torno a una clave que era como evitar lo peor. Y como hacerlo, fue el que permitió disciplinar en el marco del Alfonsinismo y dotar de legitimidad la Obediencia Debida y el Punto Final frente al horror de la Dictadura. Fue lo que justificó convertibilidad y privatizaciones frente al horror de la privatización, y la flexibilización y precarización laboral frente a la situación de híper desempleo. Para nosotros, la irrupción popular de 2001 implicó abrirle la puerta a un debate político diferente. Ahora también nosotros dijimos en aquel momento que había una crisis al interior del bloque capitalista en nuestro país que se expresaba con absoluta claridad en que no había un rumbo común respecto a como organizar el ciclo de acumulación, que se expresaba en distintas variantes: teníamos los devaluadotes y los dolarizadores”, puntualizó Lozano.
“Hasta ahora tenemos estos factores, pero nosotros le agregamos un tema en nuestra caracterización que fue decir que no habíamos construido el sujeto político capaz de hacerse cargo de esa situación. Ese es el señalamiento que nosotros también hicimos y por lo tanto, a partir de allí, entendimos que el desafío principal de la etapa era construir un sujeto que pudiera dar cuenta de ese nuevo tiempo y de esa nueva necesidad”, agregó Lozano.
“Nosotros somos un conjunto de compañeras, compañeros y militantes políticos que venimos de distintas experiencias –sostuvo-. Unos de la cultura de la izquierda, otros de la peronista, algunos del radicalismo y otros de ningún lado, que en realidad abandonamos hace mucho tiempo toda tradición partidocrática, no tenemos que ver con la estructura de partidos, y que inscribimos nuestras prácticas en el campo social, que nos dedicamos mucho tiempo a trabajar en la recuperación de organizaciones, por ejemplo, sindicatos, o de crear organizaciones populares, en ese marco incluso creamos una central de trabajadores, una propuesta diferente de organización sindical en la Argentina en la década del ’90. Que entendemos como agotadas las vías reformistas o los canales del Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical, que creemos que no alcanza con la cultura de la izquierda para construir una experiencia nueva en la Argentina, que creemos que hay que terminar con la lógica del Capitalismo argentino, que no tenemos en claro si se puede hablar ya de un modelo planificado de una sociedad futura, y sí creemos en la construcción en concreto vía la radicalización de la democracia, y de nuevas relaciones sociales. Estas ideas son las que nos definían y con ellas trabajamos durante estos 15 años en la tarea que creíamos que era el desafío principal que era construir esa dirección consciente del movimiento popular. Hicimos muchas cosas, como por ejemplo, poner a la central de trabajadores a llamar a una autoconvocatoria constituyente de organizaciones populares, y también desarrollamos intervenciones electorales. Fuimos fundantes de lo que creíamos que eran y debían ser nuevas experiencias del progresismo en la Argentina, como por ejemplo y junto con otros, Proyecto Sur, y luego del Frente Amplio Progresista, que tuvieron éxito electoral, político, y no fracaso, desde nuestro punto de vista, y más recientemente, en una revisión de toda esa experiencia e incursionamos en Buenos Aires en lo que fue Camino Popular y el Frente Popular, de malas elecciones en los últimos tiempos. Eso es lo que somos. Creímos que con estas ideas podíamos aportar a construir una dirección consciente, que era lo que faltaba. Y hablamos de fin de ciclo porque hemos pasado de la ingobernabilidad del régimen de dominación y desigualdad en nuestro país a la restitución de las condiciones de gobernabilidad. La restitución de la gobernabilidad tiene que ver con el reacomodamiento de las estructuras tradicionales que sobre la base de la fractura del PJ y la desaparición de la UCR como opción nacional, construyeron las tres opciones que lograron el 89% de los votos en la última elección, que son el Frente Para la Victoria, el Macrismo y el Frente Renovador. La cuarta fuerza en las últimas elecciones fue el voto en blanco, ni que hablar si le sumamos el nulo, porque ahí superamos el 5% a nivel nacional, y luego tenemos la evidente evaporación del progresismo expresado en los magros resultados que logró Margarita Stolbizer y sí hay una sola fuerza que revela un modesto crecimiento que es la experiencia del FIT. Mirando lo ocurrido en 2001 hoy, si bien el cuestionamiento al modelo sindical se mantiene y probablemente se profundice incluso más que en aquel momento, lo cierto es que la capacidad de garantizar legalidad para una protesta nacional, parece depender mucho más de las estructuras tradicionales y nadie está discutiendo la perspectiva de la Argentina del endeudamiento, del extractivismo y de la armaduría industrial, depredadora en términos sociales y ambientales en este país. Y por otro lado, el famoso cepo de cómo evitar lo peor, que tomó otra lógica, la Anti K, la de no hacerle el juego a la derecha, que en realidad llevó a que, en todo caso, era hacer la derecha. Por eso, para evitar que venga Macri, Scioli. Nosotros fuimos de aquellos que creímos que a partir de 2001 la tarea se daba en profundizar la construcción en el campo de la organización popular. Otros creyeron que se daba en la participación en la gestión y en la defensa de dicha gestión. Nosotros creemos que termina un ciclo, y no del mejor modo”, sentenció el diputado Lozano.
Vale recordar que en el panel donde participó Claudio Lozano, estuvieron Gabriel Solano (P.O), Luis Zamora (Autodeterminación y libertad) y Chipi Castillo. Por ende, vale decir que el material completo se está trabajando entre el IPPyP y el equipo de edición para que, en los próximos días esté disponible.