En el marco del Foro Universitario por el Bicentenario que se realizó este jueves 7, el economista y ex diputado por Unidad Popular, Claudio Lozano, participó de la mesa de debate sobre “Modelo de desarrollo y matriz productiva”, junto a Mercedes Marcó del Pont, Fernando Porta, y con la coordinación de Paula Español en la Facultad de Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Lozano sostuvo allí que “como sociedad no hemos podido crear las condiciones políticas, sociales y económicas que nos permitan plantear la hegemonía de una propuesta de desarrollo para impugnar la actual matriz productiva y económica del país”.
“A 200 años de la Independencia, la impresión que uno tiene es que estamos en serios problemas. El dato político para ponerle marco a la discusión es que, por primera vez en mucho tiempo, un integrante de las filas del poder económico de nuestro país gobierna con legitimidad política y con legalidad institucional”. También destacó que “siete de cada diez funcionarios” del Gabinete son “representantes directos de las principales empresas de la Argentina y de los principales bancos”. Se trata, además, en forma dominante, de empresarios de firmas extranjeras, bancos trasnacionales, sector de servicios y la representación del sector industrial es casi inexistente. Recordó que su antecedente es 1976 “cuando fueron a fondo y dieron vuelta la sociedad como una media, genocidio mediante”.
Tratando de analizar el discurso económico actual, Lozano dijo: “Creo que hay una idea que es asociar endeudamiento externo con desarrollo de la infraestructura para sostener la actual matriz productiva del país”. En esta línea, explicó que han vuelto ideas que habían sido desplazadas de la escena dominante en la Argentina: Se dice que “hay que destrabar la economía para liberar las fuerzas del mercado que estaban trabajadas por la presión estatal”, se plantea “una mirada acrítica de la apertura al mundo, un cierre ignominioso del acuerdo con los holdouts que tiene por detrás la lógica de relanzar el crecimiento en base a deuda, y la idea de la inversión extranjera como motor del proceso de desarrollo productivo del país”.
“Tenemos frente a nosotros un conjunto de ideas que ya conocemos, y que en realidad han sido las responsables de gran parte de los problemas del país”, recordó.
Luego expuso que “esto ocurre luego de una gestión que enarboló las banderas de desarrollo nacional, de inclusión social, de transformación productiva y que sin embargo, al final de ese período, nos encontramos con un cuarto o un tercio de la población bajo la línea de pobreza, una matriz productiva que mantiene las características básicas de la economía reformulada en la década del 90, y con un poder económico que ubica en el centro del proceso de acumulación de la Argentina al capital extranjero y a un conjunto reducido de grupos locales que se han transnacionalizado a fuerza de fugar excedentes de manera sistemática”. Se trata de 200 firmas que concentran la mayor parte de las exportaciones nacionales y de las divisas.
Lozano también destacó el “fuerte proceso de extranjerización” de la economía, un proceso que hay que tener en cuenta a la hora de discutir sobre nuestra soberanía: de las 200 firmas, 114 son de capital extranjero y manejan más de la mitad de la facturación de la cúpula, y el 66 por ciento de las exportaciones. “No haber podido poner en discusión el poder de estos capitales, no haber tenido capacidad de que la regulación que se practicó en la etapa pasada pudiera disciplinar este comportamiento, en un marco de tendencias internacionales que resultaron favorables, implicó perder una oportunidad”, afirmó.
De esta manera, sintetizó que todo esto permite desmontar algunas nociones que se están planteando hoy: “no es cierto que ha sido la expansión del consumo o el elevado nivel de los costos laborales lo que ha dado como resultado las restricciones que la Argentina ha afrontado en materia de inversión externa. Lo que debilita la formación de capital, la posibilidad de la inversión y el cambio productivo son los pagos de deuda pública, la fuga de capitales y el carácter que asume la extranjerización y la transnacionalización de la Argentina”.
Por otro lado, consideró que la discusión sobre la oferta de divisas “es central” y que no se puede centrar en las empresas que nos proveen divisas para cambiar nuestro modelo de desarrollo y patrón productivo. Que pensar que la inversión extranjera va a ser el motor del desarrollo es “cuanto menos, ingenuo” porque el excedente se fuga. Y, por último, que este planteo pasa por alto que la inversión extranjera “ya existe en el país”, y suele estar centrada en la explotación de recursos naturales, en servicios para sectores de altos ingresos, y no incorpora investigación y desarrollo ni proveedores locales, además de que tienen tendencia a direccionar sus utilidades al exterior.
La discusión, en este marco, “es que la única manera de plantear una estrategia de cambio productivo y de desarrollo supone colocar en el centro del proceso de acumulación al Estado, entendido como expresión de un acuerdo social que involucre a los actores subalternos de la sociedad”. Ese acuerdo, para el economista, tiene como objetivo “plantear una estrategia de regulación que ponga en caja el comportamiento de estos capitales, una estrategia que suponga la capacidad e apropiarnos de estos para replantear el financiamiento y el desarrollo productivo de la Argentina”.
“Este Bicentenario es un buen momento para la resistencia a estos planteos que bajan desde el Gobierno porque no nos llevan a ningún lugar, y para la reflexión y revisión de nuestras propias prácticas y criterios para tratar de no volver a perder oportunidades, y para ser capaces de construir lo único que le puede abrir la puerta a una perspectiva de desarrollo y cambio productivo en la Argentina, que es parir una alternativa política distinta”.
Por su parte, Porta se preguntó “¿qué expectativas de desarrollo tiene el país?”. El economista de la Universidad de Quilmes, desarrolló a continuación una serie de hipótesis sobre las opciones, en una economía diversificada, de un país extenso, de baja productividad general, sentada en materias primas y comodities.
“Las políticas económicas de la gestión kirchnerista, que apuntan a una redistribución de ingresos en un escenario exterior beneficioso, también encuentra sus límites en no haber podido cambiar la matriz productiva, sin estrategias para hacerlo”, denunció.
Y anticipó que con este modelo habrá una economía “no sé si más grande, no sé si más moderna, pero seguramente más desigual”. “Lo que tenemos que discutir es cuál es ese objetivo al que tenemos que llegar. Tenemos que ser capaces, sin volvernos locos, y sabiendo que el punto de partida que tenemos es complicado, ver cómo pensamos como sociedad ese sendero hacia el desarrollo independiente que seguramente será posible en la medida que aunemos voluntades y condiciones sociales para hacerlo efectivo”, finalizó.
Por su parte, Marcó del Pont, destacó que uno de los fenómenos de la economía actual es el proceso de “refinanciación”, término que mide la proporción entre la riqueza real y el capital financiero. “Los límites al crecimiento comienzan en 2010-2011, cuando nos faltan los dólares. Nos faltaron los dólares por esta deficiencia en la matriz productiva de la que hablaban Fernando y Claudio”, sostuvo.
“No podemos sentarnos en un escritorio a pensar recetas perfectas en un escenario complejo –afirmó-. En este contexto, donde cualquier estrategia superadora es ir a contramano de las tendencias especulativas internacionales. Hay que identificar y elegir a los actores económicos con quiénes vamos a emprender este cambio estructural. Y pensar cuál es el rol del Estado es fundamental en la etapa que viene planificando cuáles van a ser las prioridades, los actores y las políticas”.