El voto a los 16, el oficialismo, la oposición y el debate entre una mirada conservadora, la manipulación de los pibes o la supuesta inmadurez. Nota y video para reflexionar.
Por Mario Wainfeld (fragmento)
(Página/12) El oficialismo es usualmente angurriento para reconocer los aportes pioneros de otras fuerzas en acciones que de pronto promueve. Este caso no fue la excepción. Eso coloca en una disyuntiva a los legisladores de la oposición que fueron pioneros: ¿privilegiar lo central o pasarse a la vereda de enfrente… confrontando sus propias propuestas de ayer? Muchos se inclinan por la solución más berreta o lineal. El diputado Claudio Lozano (Unión Popular) prefirió, esta vez, el mejor rumbo. Acompañar en lo sustancial y exigir una legislación más amplia que abarque toda la problemática y necesidades de los pibes de 16 años. Trató de diferenciarse, así, de tirios y troyanos: “No compartimos la mirada estrecha y conservadora de aquellos que piensan a los jóvenes como una suerte de cabeza vacía y fácilmente manipulable. Razón por la cual no nos preocupa demasiado que existan afiebradas mentes oficiales que creen que habilitando el voto podrán condicionar su decisión. Tampoco nos parece razonable dejarse llevar por la mirada mezquina de aquellos que desde la oposición discrepan en tanto creen que no están en capacidad de convocar a los jóvenes. (…) El protagonismo juvenil le abre la puerta a la renovación política y es un canal razonable para potenciar el involucramiento creciente de los jóvenes en la política argentina”. Lozano fecha la irrupción juvenil a partir de 2001 y no de los años más recientes, como propende la narrativa oficial.
Esa mirada enriquece y mejora el debate. También suma el juez Supremo Eugenio Raúl Zaffaroni cuando mociona armonizar las disposiciones legales sobre los menores. Algo que sintoniza con el reclamo de Lozano de abordar “la restitución general de derechos a los pibes”.
La polémica sigue, en buena hora. Como insumo adicional, valdría la pena consignar que desde la implantación de la Ley Sáenz Peña hasta hace muy poco tiempo, la aptitud electoral se fechó a los 18 años. Y la mayoría de edad a los 21 años. O sea, durante casi un siglo se votó antes de tener plenitud de derechos civiles: desde la presidencia de Hipólito Yrigoyen hasta fines de 2009, durante la primera de Cristina Fernández de Kirchner. Recién entonces, se redujo el momento de la mayoría de edad.
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Entre tanto, en muchas escuelas secundarias se promueven jornadas de discusión entre alumnos sobre el punto. No las motorizan todos los chicos, ni participarán todos. Eso jamás ocurre, ni entre menores ni entre adultos. Pero brota una saludable dinamización, catalizada por una norma generada desde el Gobierno, que tiene precedentes en reclamos opositores.
Las jornadas superpondrán fechas con la conmemoración de la Noche de los Lápices y llevarán a los chicos a interesarse por un futuro democrático y más abierto sin olvidar un pasado de oprobio.
En el mismo país, hay quien quiere sancionar a un adolescente cordobés porque escribió que una exhibición sobre Evita le dio “asco”. O quienes castigan a un profesor que trató de impartir educación sexual en un secundario de Formosa. O autoridades que urden un 0800 Buchón para precaverse de “la política en las escuelas”.
Son mundos o, mejor dicho, tendencias que coexisten y pugnan. En este rincón, la proclividad a la sanción como respuesta a los dilemas, los de-safíos, aun los errores o impropiedades de educadores y alumnos. En este otro, la perspectiva de ampliar derechos, de motivar a la participación o tan siquiera a discutir sobre temas ciudadanos. Hay una pulseada ahí, parte de la siempre vital, turbulenta, deseable controversia sobre un modelo de sociedad.
Vea el video con entrevista a Claudio Lozano: