En este tremendo reportaje (Click), Carlos Pedro Blaquier, presidente del Ingenio Ledesma, declara su fervor cristinista; muestra el amoroso poema que le dedicó a los cerdos y a CFK; defiende a algunos de los funcionarios más cuestionados del gobierno; y aclara que en este país «a todo el que tiene guita lo ataca la zurda».
En este interesante informe del 2006 (Click), la CTA hace un buen racconto de los vínculos entre el Ingenio Ledesma y la represión ilegal, y los modos en que la empresa colaboró con la dictadura y la matanza de obreros de la planta, en Jujuy, para «limpiar al país de indeseables.»
Hace unos días, nos preguntábamos por el blog qué era lo que significaba el kirchnerismo explícito de Franco Macri. Ocurría entonces que el principal símbolo de la fiesta privatizadora menemista, la principal imagen de las relaciones corruptas entre Estado y empresas, seguía viendo motivos de festejo en el modo en que el post-menemismo, con los K a la cabeza, gestionaba las relaciones empresas-Estado. En lugar de detenerse en los rasgos patéticos de esa relación, uno debía preguntarse, entonces: qué rasgos puede tener la política económica vigente, para que tal resultado se mantenga inalterado? En lugar de señalar a Franco M. como mal padre, mujeriego y senil, convenía preguntarse por los modos en que se sigue organizando la relación entre lo peor del empresariado argentino y lo peor del poder político nacional.
En este caso, como entonces, sería bueno hacer un esfuerzo para no personalizar ni trivializar lo ocurrido, aunque haya tantos motivos para hacerlo. El reportaje a Blaquier lo muestra bullicioso, polémico, lujurioso, provocativo. Pero otra vez, sería bueno no quedarse en los fuegos artificales, y aprovechar para insistir con preguntas como las anteriores (sobre los modos profundos en que se entrelazan política y economía), o tal vez con otras, referidas a las políticas de derechos humanos de los últimos años. Uno podría preguntarse, entonces: Qué rasgos tienen tales políticas, si el empresariado que promovió intelectualmente, financió y proveyó de medios a la represión ilegal reivindica tan groseramente, y a carcajadas, al gobierno que las lleva a cabo? Uno puede interrogarse, por ejemplo: de qué es que se habla (y sobre todo, qué es lo que se calla), cuando el gobierno habla de derechos humanos, o cuál es la estructura que esa política de derechos humanos mantiene intocada.