El titular de AAPRESID minimizó los efectos del glifosato sobre la salud de las personas.
Víctor Hugo Morales organizó un debate sobre los problemas de la sojización en el que participaron el médico y productor agrario Gastón Fernández Palma, presidente de AAPRESID (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa), la socióloga y especialista en temas rurales Norma Giarracca y el ingeniero agrónomo Alfredo Galli.
Víctor Hugo Morales: –Hemos pedido preguntas a algunos especialistas como Obdulio Menghi, presidente de la Fundación Biodiversidad. Él dice: «Preguntá qué es el glifosato para entrar en tema». ¿Existen estudios que demuestran que es perjudicial para la salud?
Gastón Fernández Palma: –No me diga ingeniero porque yo soy médico. Lo primero que hay que decir es qué es el glifosato. El glifosato es una droga que actúa inhibiendo una enzima y que, a su vez, frena el crecimiento de las plantas y les provoca la muerte. Es un producto de más de 33 años de existencia, que ha sido aprobado por muchas resoluciones nacionales e internacionales. Está aprobado por la Organización Mundial de la Salud, por la FAO, por el Senasa en Argentina, por el Inta, entidad que quiero reivindicar porque, frente a lo que se declaró el otro día, aparentemente está pintado y no es así.
Alfredo Galli: –Un poco para simplificar. Hay una agricultura de insumos y de agrotóxicos que tiene 70 años, fue in crescendo, se llegó a llamar Revolución Verde. El súmmum es esta agricultura industrial donde el pequeño productor queda afuera y se ha transformado, en general, en un monocultivo sostenido por toda una batería de productos químicos que son antropogénicos porque afectan. Todo lo que afecta a cualquier eslabón de la cadena ecológica, nos termina afectando.
Norma Giarracca: –Lo primero que quiero decir es que la propuesta de discusión era más amplia que el glifosato. Si veníamos a hablar sólo de glifosato, yo le recomendaba al doctor Andrés Carrasco y él era el que podía hablar muy bien de los efectos en los embriones. Yo soy socióloga rural y lo que hago es registrar los efectos de distintos sistemas agrícolas en los territorios y poblaciones. Si bien el glifosato es anterior a la soja, es un capítulo más de estos agrotóxicos que vienen siendo como imprescindibles en estos paquetes tecnológicos. Si el sojero quiere plantar sin glifosato, no puede. Si usa los otros agroquímicos, le baja muchísimo la productividad, le aumentan los costos y ya no es tan rentable la soja. Por lo tanto, son paquetes, modelos tecnológicos que se implantan.
G. F. P.: –En realidad –como dirían los caballeros, como diría un Alfredo Palacios en el Congreso– he sido retado a duelo. Permítame elegir el arma. Soy apenas un médico con 44 años de especialidad y, además, médico laboral en medio rural. La señora argumenta volver a un país anterior en el cual se practicaba la agricultura netamente extractiva, con destrucción de la materia orgánica a través de las labores. En aquellos momentos ya se usaban herbicidas altamente peligrosos. No nos sentimos incluidos para nada, ni en ser empleados de Monsanto o de ninguna multinacional. Aapresid es una entidad fundada por productores que tiene 1.800 socios productores.
N. G.: –Quiero agregar algo porque justamente me informó el doctor que es de Tucumán y él conoce mucho Tucumán. Tucumán, usted sabe mejor que yo, a diferencia de Salta y Jujuy, tenía una agricultura cañera de pequeños productores, de pequeños campesinos que hacían tanto laboreo como la cosecha en forma manual. Por lo tanto, una de las labores culturales, se llama la carpida, que era levantar todas las malezas que estaban alrededor de la caña…
G. F. P.: –Yo no estoy discutiendo políticas, ni políticas humanas ni económicas. Ése es un problema que escapa a la parte técnica nuestra. Yo lo que sí le puedo asegurar a usted es que volver a la cosecha manual es retroceder cien años y lo que es importante es conseguir trabajo para que esa gente que perdió el trabajo, los famosos santiagueños que venían a hacer la zafra, puedan volver. Con lo cual evitaríamos lo que se sigue haciendo todavía con algunos agricultores: la quema de los cañaverales.
A. G.: –El doctor está hablando como si fuera volver para atrás. Lo que nosotros querríamos es lo contrario: que el Estado hiciera toda una investigación de una agricultura absolutamente de punta, pero con los procesos microbiológicos, sin necesidad de agrotóxicos. Él habla de que se usa menos. No se usa menos cuando son 18 millones de hectáreas, 180 millones de litros de glifosato solamente en soja. Él habla de las prácticas culturales conservacionistas y eso es un monocultivo que están usando en forma absoluta, más el resto de paquetes. A su vez, el glifosato se está usando en otros cultivos. No sólo son 18 millones, deben ser cerca de 30 millones de hectáreas que están usando glifosato.
G. F. P.: –Bueno, seguramente el ingeniero tiene muy buenas cifras. Yo diría que el 100 por ciento de la soja que se produce en la Argentina usa glifosato. La superficie de la soja –le doy la cifra del año 2008– ha producido 48 millones de toneladas más dos millones que tuvimos que exportar de Paraguay para poder abastecer la capacidad de molienda de 157 mil toneladas por día que tiene la industria, esto es gracias al glifosato. No hay ninguna duda de que no es bueno. Estamos todos de acuerdo.
V. H. M.: –Por Twitter dicen que le preguntemos al médico por qué la Unión Europea ha prohibido los transgénicos y el uso del glifosato.
G. F. P.: –Bueno, es muy simple. Nosotros creemos que en la Comunidad Económica Europea existen dos tipos de diletantes en este problema.
N. G.: –No adjetivemos doctor.
G. F. P.: –Vamos a decirles demorantes del problema entonces. Primero: la industria tecnológica europea ha quedado totalmente atrasada, no puede correr al ritmo que están imponiendo los eventos transgénicos que está generando Estados Unidos. Segundo punto es que son altamente demandantes de un mercado de información de los consumidores. El mercado de información de los consumidores pesa mucho en el Mercado Común Europeo.
A. G.: –Usted da a entender que los europeos son un poco tontos…
G. F. P.: –No. Digo que se han quedado quietos, que no es lo mismo.
A. G.: –Yo creo que al contrario, que están en la punta y en la resistencia. Lo cuento por experiencia propia. Es una agricultura que está cercana al ciudadano y el ciudadano quiere esa agricultura.
G. F. P.: –La Argentina es el quinto país calificado como productor de biomasa en el mundo. Esa biomasa sirve para generar proteínas, fibras, diferentes productos, y para generar energías renovables a través de los biocombustibles de primera y segunda generación. Eso es moderno. De esa biomasa que generamos, no más del 15% se utiliza en el país y el resto, incluido el famoso yuyo, se exporta para generar divisas para poder hacer todos los planes que el Gobierno está llevando adelante.
N. G.:–¿Sabe cuánto significa de ingresos fiscales las retenciones?
G. F. P.: –Mucha plata.
N. G.: –Es sólo el 7% del ingreso fiscal. Nada más.
G. F. P.: –No tengo la cifra presente pero…
N. G.: –Yo sí.
V. H. M.: –Al poner las cifras, ¿qué quieren decir? ¿Qué quiere decir con este 7%?
N. G.: –No, que él cree que con el modelo sojero mantenemos…
G. F. P.: –¡No me acuse a mí de modelo sojero!
N. G.: –Lo dijo la Presidenta, dijo que las exportaciones de petróleo son una gran contribución a los ingresos fiscales. El primero creo que es el IVA, que lo pagamos todos, que hay que cambiarlo. El segundo es el impuesto a las Ganancias. Dejemos de repetir cosas que no son ciertas: que el modelo sojero está sosteniendo las políticas públicas de la Argentina.
G. F. P.: –Muy bien conjugado. Dejemos de repetir cosas que no son ciertas. Usted ha acusado a Aapresid por la radio de que para lavar nuestras conciencias en 2001 regalábamos la soja para quedar bien con la sociedad.
N. G.: –¿Es así o no? ¿No donaban?
G. F. P.: –Sí, señor. Donamos eso a 150 instituciones. No solamente donábamos la soja sino que además donábamos la logística de transporte, pagábamos a quien tenía que llevar adelante la enseñanza en los centros donde se cocinaba esa soja para que la gente comiera. Le voy a decir algo que seguramente no sabe porque precisamente es socióloga. La soja tiene exactamente el 36% de proteínas, tiene la mayor cantidad de aminoácidos necesarios para el ser humano.
N. G.: –El problema acá no es la planta. El problema es el modelo que sustituyó otros alimentos importantes para la Argentina, los bosques nativos. Hay algo que no quiero dejar de decir. Después del exterminio indígena en Argentina, hubo acuerdos institucionales por los cuales convivían pacíficamente la gran explotación con la pequeña, la mediana y las comunidades campesinas e indígenas. A partir del modelo sojero tenemos violencia en el campo argentino, lo que es algo absolutamente nuevo, y aparece lo que llamamos las guardias blancas de los países latinoamericanos: grupos privados a punta de pistola sacando a las comunidades campesinas. Doctor, no se ría.
G. F. P.: –Usted me está poniendo como si yo fuera un asesino, me hace un hombre rico, el dueño de los pooles.
N. G.: –La producción de este programa sabe que yo dudé en venir a discutir acá porque usted es un productor…
G. F. P.: –No, soy un profesional como usted.
N. G.: –Usted tiene intereses económicos. Hace un rato me dijo, cuando yo le dije que estaba el principio precautorio, «eso que lo ponga el Estado, nosotros no nos vamos a ocupar del principio precautorio». Que un médico diga eso, realmente es muy grave.
G. F. P.: –Es lógico que el principio precautorio lo ponga el Estado. ¿Usted cree que usted, el ingeniero o yo, podemos poner el principio precautorio?
V. H. M.: –¿Qué es el principio precautorio?
A. G.:–Ante la duda de que se contamine o se causen problemas de salud, se previene hasta tanto se pruebe que un producto es inocuo. Es un problema porque es una encerrona. Él no quería que abordemos este tema…
G. F. P.: –Es un problema del Estado que está generando la política para que se sojice el campo. No es culpa de los productores ni de la asociación.
N. G.: –Doctor, hay algo que se llama responsabilidad social de empresas. Todo lo pone en el Estado. ¿Usted no tiene ninguna responsabilidad como productor, individualmente, como médico?
G. F. P.: –Discúlpeme, pero para eso tenemos políticos que están en representación de eso. Plantéeles los problemas a ellos. Yo soy un técnico.
A. G.: Somos ciudadanos, tenemos que tratar de debatir para solucionar todo. Salgamos del monocultivo porque es perjudicial. No es inocuo porque hay problema realmente. Por otro lado, es una agricultura sin agricultores. La cantidad de pobreza que estamos teniendo en las ciudades se debe al vacío que existe en el campo.
G. F. P.: –Le sugeriría que se dirija a sus diputados, a los diputados progresistas que tenemos.
A. G.: A los nuestros, a los suyos también…
G. F. P.: –Son míos también, sin ninguna duda, pero seguramente hemos elegido diferente.
CÁNCER Y OTRAS «PAVADAS»
V. H. M.:–El tema de la salud, ¿lo podemos incorporar a la mesa? ¿Hay problemas?
G. F. P.: –¿Hay alguna denuncia? Yo les pregunto a ellos que son los expertos. ¿Existe alguna denuncia con formulario C2 referido a la toxicidad?
N. G.: –En los lugares rurales, los médicos dicen que hay muchas patologías pero que no pueden decir de qué vienen esas patologías porque no tienen los protocolos. En este momento hay una gran cantidad de médicos rurales, pediatras, de ciudades intermedias, que se han animado a alcanzar sus carpetas con todos sus protocolos –hechos a mano y que no se permitían hacer dentro de los hospitales– para demostrar la relación directa que hay entre el aumento de cáncer, de enfermedades y la fumigación por glifosato.
V. H. M.: –Dicen por Twitter que el Roundup, que no tengo la menor idea…
N. G.: –La marca comercial de Monsanto.
V. H. M.:–…Es cancerígeno…
N. G.:–Lo más importante es que esta cantidad de médicos… Han aparecido en Entre Ríos, en Santa Fe, en Misiones, en el norte y en todos lados. Se han sentido muy respaldados con la investigación del doctor Carrasco, un científico de altísimo nivel.
G. F. P.: –La publicación científica del doctor Carrasco tuvo su lanzamiento al aire en Pagina/12… Usted encuentra una célula y esa solución salina hipertónica le va a producir apoptosis. No digamos pavadas.
N. G.: –A partir del investigador Carrasco y su aceptación y publicación en una revista de primer nivel, los médicos que están en contacto con las poblaciones se han sentido estimulados a hacer este tipo de trabajo.
V. H. M.: –Me da mucho miedo jugar con el miedo, decir «esto es cancerígeno» y que de pronto todo el mundo piense que es así.
G. F. P.: –¿Qué hacemos entonces? ¿Nos tiramos a un nihilismo absoluto? No entiendo por qué, como dice usted, los médicos se animaron ahora.
N. G.: –No, no se animaron ahora. Nosotros estamos recogiendo todos los trabajos de los médicos desde el ’97, ’98, cuando hubo una gran intoxicación en una localidad de Formosa, Colonia Senés. Cuando vieron que nosotros registramos y publicamos ese trabajo, empezaron a caer de todo el país denuncias de médicos y poblaciones. Estamos hablando de que todavía estaban en 10 millones de hectáreas, imagínense ahora, 18 millones.
G. F. P.: –Hoy hay un proyecto presentado por diputados que deben conocer el campo en fotografías, que prohíbe las pulverizaciones de lo que fuera. Yo les pregunto a estos genios que tenemos que me digan cómo vamos a hacer para tratar con insecticidas un girasol.
N. G.: –Usted es contradictorio. Pide que el Estado intervenga y cuando hay diputados conscientes que están investigando el tema…