Por Alfredo Grande
Estamos ante el nivel fundante de una realidad que nos obstinamos a negar. La letra escrita que entra con dolor, pero sin sangre. La poesía, y Vicente Zito Lema es un poeta y por lo tanto toda su militancia es poética, sigue siendo un arma cargada de futuro. Pero que ahora es nuestro presente. Se repite, con la verborragia propia de la cultura represora, que «siempre es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». Resignación de aquellos que confunden derrota con fracaso. Siempre el remedio es la verdad, y la verdad nos seguirá haciendo libres. Incluso para sostener, porfiadamente, que todos nuestros sueños son posibles. Por eso hemos decidido en la Agencia de Noticias Pelota de Trapo hacer circular esta carta, para que la verdad sea nuevamente una de los rostros de la dignidad.
CARTA DE VICENTE ZITO LEMA EN FEBRERO DE 2003.
A los compañeros y compañeras de la Universidad Popular;
A la Asociación Madres de Plaza de Mayo;
Para evitar confusiones de buena o mala fe, y para que no se cometan actitudes ilegítimas que dañen a la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, pongo en conocimiento de todos lo siguiente: No renuncio a la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. No se renuncia a lo que se ama, y yo amo profundamente ésta Universidad que soñé, fundé, puse en marcha, y de la que soy director académico y docente.
He decido alejarme de la universidad para evitar las groseras provocaciones del administrador Sergio Schoklender, incompatibles con el espíritu y prácticas intelectuales que deben regir una institución universitaria.
Son públicas mis profundísimas diferencias con el administrador Sergio Schoklender. Se trata de historias y conductas que remiten a nuestras muy distintas historias personales y que chocan absolutamente en el plano de la ética, la moral, la política y la cultura.
Sólo con perversidad o inocencia desmedida se puede afirmar que me alejo de la universidad porque me deben mis sueldos como trabajador en la misma. Las Madres no pueden mentir. Ellas saben que nunca les reclamé pago alguno. Mi salario fue fijado por ellas y el administrador. Me han pagado siempre con demoras y a la fecha me deben seis sueldos aproximadamente. Insisto que nunca reclamé a las Madres, ni en forma verbal ni por escrito. Eso sí, he disputado con el administrador, por entender que se me ofendía en la medida de ser el único trabador de la universidad a quien no se le pagaba correctamente. Eso lo saben incluso los demás trabajadores de la universidad, docentes amigos y el propio delegado de los trabajadores no docentes de la universidad. El administrador me ha reconocido que las irregularidades en el pago de mis sueldos era practicadas como forma de presionarme políticamente. Aclaro que desde que trabajo en la universidad, he dejado mis otras actividades rentadas, salvo esporádicas conferencias o pagos recibidos por mis libros. Considero de absoluta dignidad que los trabajadores intelectuales seamos reconocidos en nuestros derechos. También pienso que el tema de mis sueldos atrasados es una cuestión menor, pero ha sido usado con el intento de desacreditarme y tapar así las profundas diferencias que tengo con el administrador por su manera de comportarse y por poner en peligro la existencia de la propia universidad con sus actitudes irresponsables.
He sido enterado por docentes de la universidad que desde hace ya meses se ha instalado una suerte de «conspiración» para alejarme de la universidad. Pienso que eso está ligado a mis críticas al administrador sobre su conducta y últimamente, y tal como he puesto en conocimiento de varios docentes, a que tengo fundadas sospechas sobre la manera en que se está gestando nuestra instalación en lo que se pretende sea la nueva sede de la universidad. Hasta ahora desconocemos todo documento que avale la legalidad de nuestro traslado al edificio de Belgrano y Defensa. Y sólo se nos habla de «milagros». No quiero formar parte de algo que en el futuro pueda dar cabida a responsabilidades judiciales y nuestra desacreditación pública.
A esta altura de los acontecimientos es obligación que el administrador rinda cuenta de los numerosos aportes que la universidad ha recibido. Se nos habla de que la universidad está en ruinas, pero nada sabemos de cómo fue administrada y la suerte de las donaciones, de mucho valor, recibidas por la universidad y que sólo son conocidas y utilizadas por el administrador. La universidad debe tener una administración trasparente, de la que participen representantes de todo los que forman parte de nuestra institución.
Recuerdo a todos que es el Consejo Directivo el que debe tomar todas las resoluciones importantes que hacen a la marcha de la universidad. Por eso pido la reunión del Consejo Directivo, porque incluso allí corresponde que se nombre al legítimo director académico que me seguirá en funciones, cargo al que no me presentaré, y pido que también allí se nombre al nuevo administrador. Pido también, en base a mi experiencia como director de la Universidad, que siga en funciones el Consejo Académico Asesor que he designado, y que integran todos los docentes responsables de las áreas y todos los docentes de seminarios permanentes, y que tengan funciones no sólo de asesoramiento sino con igualdad de decisión y voto que el propio Director. A la par pido se instituye un Consejo Asesor Administrativo, con las mismas facultades, para que las resoluciones más importantes que la universidad debe tomar con urgencia, en estos campos, no caigan únicamente sobre una persona, sino en forma colectiva.
Quede claro, como lo dije más de una vez públicamente, que todo lo que mi espíritu y mi intelecto han puesto en esta universidad popular, lo dejo para la Asociación Madres de Plaza de Mayo en tributo a la memoria de nuestros compañeros. A la par también he dicho que son los docentes, los trabajadores de la universidad y los estudiantes, los únicos dueños de la misma. Me alejo de la Universidad, como manera de preservar su continuidad y evitar mayores daños. Estoy conforme con todo lo que ya hice, reconociendo incluso todas las equivocaciones que de buena fe he cometido.
Lo que no permito es que se me acuse de haber «trabajado poco», cuando prácticamente he dejado mi vida aquí, como es de conocimiento de todos los que transitan la universidad, y me resisto a que ningún infausto monje negro, reviva en nuestra institución una suerte de Lopezregismo. Ya he sufrido demasiado, (persecuciones, censuras, atentados, exilio) al igual que muchos compañeros, en manos de esos nefastos mesiánicos. Sean los clásicos represores, o los que impúdicamente, saliendo de la oscuridad, se suben a caballo de experiencias históricas de las que nunca han sido parte.
Con dolor debo advertir públicamente que todo atentado o «extraño accidente» contra mi persona o contra mi familia caerá como responsabilidad sobre el administrador Sergio Schoklender, de quien ya conocemos perversas prácticas.
Finalmente quiero agradecer a todos los que han sido y son parte de la universidad la ayuda que me dieron para cumplir uno de los mejores sueños de mi vida, y desear de toda corazón que mi alejamiento de la institución no impida la continuidad de aquél gran sueño.
Un abrazo fraternal,
Vicente Zito Lema, 22 de febrero de 2003