Por Horacio Fernández – Responsable Area Acción Política
El reciente anuncio del jefe de gobierno acerca de aceptar el traspaso del SUBTE a la órbita de la Ciudad merece algunas reflexiones.
En primer lugar es saludable que en el marco de avanzar en la autonomía que le corresponde la Ciudad se haga cargo de determinadas competencias, entre ellas las correspondientes al transporte público.
Sin embargo este traspaso, que es bueno recordar, fue anunciado como parte de la sintonía fina anunciada por el gobierno nacional, adolece de una falla de origen: Ni el ejecutivo nacional ni el de la ciudad están dispuesto a llevar adelante un pormenorizado estudio y evaluación de la concesión que desde el menemismo ostenta Metrovías. En tal sentido se dan por sentado que las condiciones con las que se llevo cabo durante el festival neoliberal son correctas. Nadie se preocupa de analizar estructura de costos, cuadros tarifarios y mucho menos el cumplimiento de las obligaciones que el grupo adjudicatario debía cumplir. De forma tal que a libro cerrado, y sin revisar la concesión se resguarda al grupo Roggio con el consentimiento de ambos ejecutivos.
Situación de extrema importancia cuando la evidencia de un servicio que se deteriora a diario, que lleva a sacar de servicios formaciones y conflictos salariales, por los justos reclamos de los trabajadores permiten ver a las claras que la cotidianeidad del servicio dista de ser el que los usuarios merecen. Un cuadro que se agrava cuando se considera la obsolescencia de gran parte del material rodante e instalaciones y el ostensible atraso en las obras de ampliación de la red.
No se requiere profundizar en demasiados estudios para comprender que ante la calidad y condiciones del servicio descripto los recursos corrientes y las inversiones necesarias superan los recursos que hoy se destinan. Algunas evaluaciones ponderan que el mantenimiento del servicio puede requerir entre 600 a mil millones de pesos anuales para gastos de funcionamiento y pequeños mantenimiento, mientras las obras y el material rodante a incorporar pueden alcanzar inversiones cercanas a los mil millones de dólares durante los próximos dos años.
Aquí la pregunta: quien aporta los recursos? Ya es conocida la decisión del gobierno de la ciudad de no aportar más subsidios a las tarifas ni tampoco los recursos para obras anunciados, mientras tanto desde el macrismo se dan marchas y contramarchas acerca de este tema. Pero no caben muchas dudas acerca de que se encaminan a aumentar tarifas, algún retoque impositivo y nuevos endeudamientos para obras. Todo en un mix cuyas proporciones y temporalidad dependerá exclusivamente de los costos políticos que evalúen en cada caso.
Por último vale la pena recordar que la Ciudad de Buenos Aires prácticamente duplica diariamente sus residentes permanentes con quienes ingresan a ella por trabajo, estudio, trámites oficiales, etc. Esta aclaración vale precisarla ya que en el caso del transporte como en otras actividades una planificación seria no puede dejar de lado la dimensión metropolitana que adquieren. Tanto en cuanto al servicio y obras como en financiamiento de las mismas. Si el sistema de subterráneos transporta cerca de un millón de pasajeros por día no es aventurado evaluar que buena parte de sus usuarios residan fuera de la Ciudad. Situación que se repite en las líneas de colectivo que tiene su recorrido exclusivamente en la ciudad, baste observar que la mayoría de ellas tiene sus cabeceras en los límites de la Gral. Paz o en las terminales ferroviarias.
En tal sentido sería dable esperar que la pomposamente anunciada Agencia Metropolitana de transporte sea el espacio en que las jurisdicciones involucradas acuerden las condiciones de traspaso del servicio financiando concurrentemente las erogaciones correspondientes.
De lo contrario se legitimara un nuevo acuerdo PRO-K, los usuarios pagarán mayores tarifas, los porteños verán aumentados sus impuestos y la carga cada vez mayor que sobre el presupuesto ejerce el endeudamiento. Y Roggio: feliz por que como parte del acuerdo entre los ejecutivos se privilegian a los grupos amigos.