Entrevista – El presidente del bloque Buenos Aires para Todos evalúa el desempeño de la Legislatura en el año que terminó, hace una autocrítica de la oposición al macrismo en la Ciudad y define los desafíos para este 2013.
En un año en que el PRO logró la aprobación de un paquete de proyectos clave, el legislador analiza el rol de la oposición de cara a las próximas elecciones.
¿Qué balance hace del trabajo legislativo de 2012?
Hubo una etapa de transición, con nuevas autoridades y un nuevo presidente del bloque del PRO, y después la planificación y sistematización de un paquete de medidas que se fueron ejecutando a fin de año. Todo 2012 se sostuvo la lógica de planchar la actividad legislativa y de conformar una agenda que no tenía efectos concretos sobre la calidad de vida de la gente. Hubo una fuerte vocación de veto por parte del Ejecutivo y a la vez, una clara falta de inteligencia por parte de los sectores de la oposición para construir una agenda política propia. Esto fue un error muy fuerte. Por otro lado, hubo muchos conflictos de carácter social, bajas presupuestarias en las áreas de promoción, de infraestructura educativa, sanitaria y cultural. Esto tiene que ver con una lógica de funcionamiento del PRO que escondió recursos y endeudó la Ciudad para focalizarlos en 2013 en la etapa electoral. Otro dato es que se fue moldeando un escenario que terminó en un callejón en el que el PRO hizo una alianza con los sectores kirchneristas, que determinó una situación que nos llamó la atención porque se vulneró todo lo prometido por parte de algunos compañeros y compañeras que habían sostenido que no se iban a hacer determinadas cosas que se terminaron haciendo.
¿A qué se refiere?
A la venta del Mercado del Plata para la construcción de un Centro Cívico que involucraba terrenos de los neuropsiquiátricos; al Distrito de las Artes en la Comuna 4, que tiene poco que ver con la difusión y sostenimiento de políticas para los trabajadores de la cultura; a la cesión de 37 hectáreas en la Comuna 8 para una cámara patronal de transporte; y al haber instalado en la Ciudad algo que es muy peligroso que es la construcción del Dubái argentino y la ratificación del criterio de que IRSA parezca el verdadero gobernante. Nos parece que todo retroceso del campo popular es una pérdida para todos. El PRO termina consolidándose a causa de la falta de la generación de un ámbito transparente y permanente de debate que construya una alternativa superadora.
¿Hubo algún logro de la oposición al PRO?
Cuando hay un aumento de tarifas como el que hubo, cuando el traspaso del subte se hace sobre incrementos impositivos y caída de derechos laborales, cuando se ratifica el modelo de ciudad que propone el macrismo y la oposición no construye una alternativa superadora, no podemos decir que el balance sea positivo. Tenemos que reconocer nuestras debilidades, porque es la única manera de potenciar nuestras propias fortalezas. Hay que tener la honestidad intelectual y política de reconocer los errores. Por parte nuestra, fuimos consecuentes entre lo que dijimos y lo que votamos. La Legislatura no debe terminar siendo una caja donde se vote, un ámbito para generar el articulado de las leyes y nada más. Tiene que poder canalizar el conflicto social, hacer una síntesis y producir los cambios necesarios para los sectores de mayor vulnerabilidad social. Faltó más Legislatura en la calle y faltó más calle en la Legislatura. Esto se debe quizás a la falta de la unidad de acción por parte de muchos de nuestros propios bloques. Nosotros tratamos de construir con sectores, como Proyecto Sur por ejemplo, tratando de que el Frente Amplio Progresista no se limite a tener intervención electoral, porque tiene que estar involucrado en el conflicto social, tiene que ser muy claramente alternativo y tiene que representar un cambio que venga por izquierda. No tiene que ser juntar a todos contra, esas experiencias en la Argentina no fueron las más felices.
¿Cómo es la relación del Frente Amplio Progresista con Proyecto Sur?
Venimos trabajando, las expectativas son buenas. Nos hemos peleado, nos hemos reconciliado, como toda familia. Creo que cuando uno habla de la autocrítica y el reconocimiento de las propias debilidades también habla de eso. Tenemos que tener la madurez como para no transitar por los caminos que la izquierda en la Argentina ya transitó, que es la división en la división en sí misma.
Este será un año electoral, ¿Cómo influirá esto en la política porteña?
El año electoral siempre remite a una lógica de funcionamiento microclimático y autorreferencial donde terminan discutiéndose sellos, alianzas, candidaturas, que poco tienen que ver con lo que le pasa a la gente en el día tras día. Si la política no es el instrumento de transformación real de la sociedad, de un sistema capitalista injusto y salvaje, le hacemos poco favor a aquellos que se ven descreídos de la política.
¿Espera algún cambio en las preferencias del electorado?
No se le puede echar la culpa a la gente de cómo se vota, no es que cuando vota por nosotros vota bien y cuando vota por ellos vota mal. Hay que focalizar en la falta de capacidad y creatividad política de construir una alternativa real. El problema es que siguen ganando los de siempre, que son los grupos económicos concentrados, con un modelo de ciudad en el que se profundiza la desigualdad entre el norte y el sur, donde la cultura del shopping y las torres sigue privilegiándose. Una ciudad que tiene 44.500 millones de pesos de presupuesto no puede estar transitando por estos camino
Quedaron pendientes varios proyectos clave: bares en plazas, Plan Maestro Comuna 8, Solares de Santa María, ¿por qué cree que no pudieron aprobarse?
Hubo mucha presión incluso de los propios militantes kirchneristas, y la polea de transmisión entre el gobierno nacional y el porteño había llegado a un límite. Ya era demasiado, los propios compañeros dijeron basta. Esto no quiere decir que no se voten este año luego del proceso electoral.
¿Qué tienen en común estas iniciativas?
Construyen un modelo de ciudad en base al boom inmobiliario. Se trabaja a corto alcance, sin políticas de Estado, sin iniciativas que tengan entre un gobierno y otro una continuidad. Para esto es indispensable que la Ciudad no se maneje como un coto de caza. Tiene que haber una intervención que involucre a la provincia y a la Nación.
¿Le parece posible?
Ahí el tema es que se privilegian el factor electoral, la pelea por cuestiones de corto alcance y no se sostienen políticas que puedan tener continuidad en el tiempo.
Con respecto al presupuesto 2013, ¿observa algún cambio de orientación en relación a años anteriores?
Vuelve a haber una matriz de carácter regresivo en cuanto a la distribución de gastos para los sectores de mayor vulnerabilidad social. Por otro lado, hay un nivel de endeudamiento y de ocultamiento de gastos muy fuerte. Es un presupuesto que se basa en el ajuste de los sectores de promoción social. Con el tema del subte en particular, se ve una nueva emisión de bono Tango para cumplimentación de los gastos corrientes. Esto es algo muy grave. Si uno en su casa tiene plata y ahorros y tiene que hacerse cargo de una nueva situación no va a pedir un préstamo para pagar el día a día. Lo que se quiere es tratar de no gastar lo que se tiene para utilizarlo en la campaña electoral y en obras que tengan impacto mediático.
Fuente: Diario Z