Compartimos la anécdota de Celeste Lepratti, hermana del «Pocho», en la inauguración del local de la Unidad Popular en Rosario.
«Cuando todavía la trampa y la corrupción no formaban parte del espectáculo, la caravana se detuvo al costado de la ruta. Fue hace mucho.
Todavía no había ocurrido ese BASTA gigantesco contra el femicidio en la Argentina, y la caravana se detuvo al costado de la ruta 14, Departamento Uruguay, frente a la casa de la familia, en Entre Ríos.
Allí donde unas manos amorosas escribieron un cantero de lino rojo que dice VIVE.
Venían del Norte. Tres micros. Una Marcha de Chicos del Pueblo.
Hacía ya dos años que nos faltaba Pocho y aquel no iba a ser un día cualquiera.
Parece que fue hace tanto tiempo.
Todavía no sabíamos lo que significaba relato o grieta y a la careta del discurso bonito le quedaban algunos hilos.
La caravana, que venía llena de pibes y esperanzas, se detuvo al costado de la ruta. Frente a la casa de Dalis Bel, que los esperaba junto a Celeste y a un puñado de vecinos.
Todavía no se había desatado la ofensiva feroz de los narcos contra los pibes, ni desde lo más alto del descaro miraban para no ver la dignidad del pueblo Qom acampada bajo la estatua del Quijote en Buenos Aires.
Nada de eso había ocurrido todavía, ni Monsanto, ni el Fracking, ni los trenes chinos, ni el hambre desaparecido bajo las estadísticas escritas a coscorrones.
Y la caravana se detuvo, porque ahí venían los pibes y Víctor De Gennaro, rumbo a la Plaza de Mayo.
Y tenían que escuchar lo que Dalis Bel, la madre de Pocho Lepratti, tenía que decirles.
Yo no lo conozco, no sé quién es usted —comenzó diciendo— pero Pocho me dijo una vez, mostrándome su foto, «que Víctor podría ser un buen Presidente, que le podría hacer mucho bien a nuestro pueblo».
*Candidata a concejal rosarina por el Frente Social y Popular, y hermana de Claudio “Pocho” Lepratti, el militante social asesinado en Rosario en diciembre de 2001.